Evangelio segun San Mateo 11, 2-11

viernes, 10 de diciembre de
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  En aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Dichoso el que no se siente defraudado por mí!»
Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:  «¿Qué fueron a ver en el desierto?, ¿una caña sacudida por el viento? Pues, ¿qué fueron a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido? Los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, y les aseguro que más que un profeta. Porque de él está escrito: “Yo envío mi mensajero por delante de ti y te prepare el camino”. Les aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él».

 

Palabra de Dios

 


 

Monseñor José Angel Rovai  Obispo de la Diócesis de Villa María



 

Se nos presenta la figura de Juan el Bautista como central, el mensaje de Bautista quien manda a pregunta a Jesús si tiene que esperar a otro, o es el que todos esperaban. Esa pregunta llena de fe de Bautista, indica que era el hombre que anunciaba la venida del mesías, simplemente desde la fe suya, estaba buscando el camino, por eso le pregunta a Jesús. Jesús le responde: vayan y digan a Juan lo que están viendo: los ciegos ven, los cojos andan y son evangelizados los pobres. Usa lo que dice la primera lectura de Isaías, en donde los signos de reino están descritos con esa sencillez, humildad y simplicidad, que va a caracterizar, precisamente, la vida de Jesús.

Aquellos que esperaban, a lo mejor, un reino potente, de grandeza, se presenta con la pequeñez, la sencillez y la humildad. Ese mismo Señor que dijo un día también: el reino de los cielos pertenece a los niños. Por consiguiente, esa es la imagen hermosa, y recibe de Jesús, el elogio: no ha nacido de mujer un hombre grande como este, pero el más pequeño en el reino, es más grande que él. Y aquí se descubre como Bautista está preparando los caminos, es el último profeta, que une la antigua alianza con la nueva, pero aquellos que ya pertenecemos por el discipulado a Jesucristo, hemos sobrepasado el cumplimiento de aquella promesa.

No obstante es interesante descubrir, y esto me dirijo particularmente, quizás, a los más adolescentes y jóvenes que escuchan, cómo el Señor prefiere la sencillez de la vida diaria, lo cotidiano, aquello que no aparece, ese deseo de simplicidad, de sencillez, de buscar lo de cada día, de gustar los campamentos, de gozar de la naturaleza, sentir la grandeza que son las pequeñas cosas.



Pues bien, el evangelio de hoy ayuda a esto, a pensar en el Bautista, una imagen severa, austera, sencilla, pobre y el mensaje de Jesús, el empieza su mecanismo a través de signos pequeños y humildes, sencillos. Y por eso, aquella expresión, los pobres son evangelizados, es decir aquellos que tienen alma humilde, que son simples, que son sencillos, que creen que pueden aprender algo. Y a veces la época de la adolescencia y la juventud, son las épocas de las grandes preguntas, de las búsquedas. Perfectamente el evangelio se adapta mucho a aquellos que están buscando. Juan el bautista cuando manda a preguntar, está buscando y tiene la respuesta de Jesús, y esa respuesta está cargada de elementos sencillos y simples, y humildes; sobre todo socorrer, acercarse a los más necesitados, son los signos del reino, Él estará siempre cerca de aquellos necesitados, sanando y curando toda clase de enfermedad, como nos dice permanentemente el evangelio.



Por eso nos enseña una solidaridad grande con los más necesitados, hoy como iglesia tenemos que estar cerca de los más humildes, como hizo Jesús y tenemos que evangelizar verdaderamente a los pobres, como el Señor nos pide. Y esto supone sencillez de corazón, generosidad y espíritu de servicio. Generalmente es en la edad juvenil donde se experimentan estos grandes valores, estos deseos de ayudar, deseos de compartir, de estar juntos, de vivir la amistad, de acercarse a los más necesitados.



El evangelio de hoy, es un mensaje muy grande para todo esto, por eso en este domingo la iglesia nos pone en actitud de servicio. Jesús que se hace presente en la necesidad de los hombres. Alguien que nos necesita, ahí está presente Jesús. Un día vendrá a juzgarnos, como lo veíamos el primer domingo de adviento, ahora viene en cada pobre y enfermo, en cada familia necesitada, en cada persona pequeña que tiene necesidad de Jesús.



 

 

Por eso los invito y me invito a que tengamos ese espíritu, esa alma de niños, de simplicidad; para saber descubrir en las pequeñas cosas cotidianas de cada día, la presencia del reino de Dios, una presencia que salva desde lo pequeño, desde lo humilde, desde lo que no cuenta para el mundo, pero que es muy importante para Dios.

 

Oleada Joven