Evangelio según San Marcos 7,24-30

lunes, 10 de febrero de
image_pdfimage_print

Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.

El le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”.Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”.

Entonces él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”.Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.


Palabra de Dios



P. Jorge Rodríguez de la Pastoral de Juventud de la Diócesis de Lomas de Zamora 


Queridos amigos de Oleada Joven, que alegría volvernos a encontrar en torno a la Palabra de Jesús. “Encontrarnos” en torno a Él que es la Palabra de Dios hecha carne, que viene a mostrarnos que el corazón de Dios late de amor por sus hijos.


Y lo vemos a Jesús que sale hacia los márgenes, que sale a la región de Tiro, al norte de Palestina porque también ahí tiene que anunciarse la Buena Noticia. A esa “tierra de extranjeros”, tierra de paganos, Jesús quiere hacer llegar la fuerza renovadora del Evangelio. Y esto nos impulsa a nosotros a no quedarnos en la seguridad de lo conocido, a animarnos a ir más allá de las fronteras. Fronteras que no son siempre territoriales: a veces son culturales, son étnicas, son de costumbres, de convicciones, para hacer presente la fuerza del Evangelio.


Y a Jesús no se lo puede esconder. Él quería pasar desapercibido, pero es tan grande lo que su presencia produce que la gente en seguida sale a buscarlo. Una mujer le trae el dolor más grande de su vida: su hija está poseída por un espíritu impuro. Rompiendo todas las fronteras históricas, geográficas, se acerca a Jesús para que salve a su hija. Y Jesús se muestra distante frente a su dolor. Esa actitud de Jesús nos deja pensando: ¿por qué Jesús le dice que no está permitido tomar el pan de los hijos para dárselo a los cachorros? Ella podría haberse sentido insultada. Sin embargo, la mujer no se desalienta, hay alguien que la necesita más que su propio orgullo. Así logra que el Señor cure a su hijita.


Jesús pone a prueba la confianza de esa mujer, pero no de un modo sádico, sino para que quede de manifiesto que lo que va a hacer depende de Dios. Jesús la enfrenta con su condición: ella era pagana y, por lo tanto, no era parte del Pueblo de Dios, Jesús no tenía ninguna obligación con ella. Sin embargo, la insistencia de la mujer cautiva a Jesús y pone de manifiesto su confianza en la misericordia de Dios.


Dios quiere ser misericodioso con nosotros. Pero para que eso sea posible es necesario que nosotros estemos “parados en nuestra propia verdad”, que seamos humildes. Pidámosle al Señor que nos de un corazón humilde, que sea “escenario” de su misericordia por nosotros.   

 

Oleada Joven