Y es que, la mayoría de las veces, la vida se llena de trabajos inútiles que no van a ninguna parte. Hay demasiadas ocupaciones que hacen no prestarle atención a ese otro gran tesoro que llevamos con nosotros.
Ese tesoro similar a un joyero, lo tengo guardadito muy celosamente, y… ¡es tan débil y… tan frágil su envoltura!… que hasta lo puede romper un simple suspiro.
¡Lo he pulido y limpiado tantas veces…! y lo quiero tener tan resplandeciente que hasta lo puedo empañar con mi propio aliento.
¡Muchas veces me olvido que está! Y está cargado de sueños, de ternura, de cariño, de cosas muy buenas, de cosas buenas y no tan buenas, de debilidades, de penas, de alegrías… …de ¡tantas cosas!
¿Qué podría hacer más con él? Seguir mimándolo amorosamente tirando a la basura todo lo que no sirve.
Fuente: capuchinodesilo.blogspot.com.ar