Evangelio según San Marcos 8,27-33

lunes, 17 de febrero de
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Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”.Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”.“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”.

Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.

Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.


Palabra de Dios




P. Jorge Rodríguez de la Pastoral de Juventud de la Diócesis de Lomas de Zamora 


 

¿Quién sos vos para mí? En todo el Evangelio, Marcos trató de ir respondiendo esta pregunta. Es como si Jesús nos dijera: Mirá cuánto vales para mí que me hice hombre para salvarte; padecí la tentación para enseñarte a vencerla; te fui a buscar ahí, donde la vida te había abandonado, para decirte: Seguime; te llamé para que estuvieras conmigo y enviarte a evangelizar; te conté cuánto te ama el Padre Dios con las parábolas; y me arremangué tocando tus llagas para sanarte, sin preocuparme por los prejuicios de los “sabelotodo”; te dí a comer el Pan que da la Vida, y que nunca se acaba cuando se parte y se comparte. Y llegados a este momento, Jesús nos pregunta a todos los que lo seguimos: ¿Quién soy yo para vos?


 

Pedro saca una respuesta que deja a todos desconcertados: Vos sos el Mesías, vos el que viene cumplirlas promesas del Padre, vos sos el que viene a salvarnos. Pero cuando Jesús le empieza a decir que esa salvación no viene de modo mágico sino que pasa por la cruz, a Pedro no le gusta. No le gusta lo que escucha y, abandonando su lugar de discípulo, se pone delante de Jesús y empieza a retarlo. Quiere enseñarle él a Jesús. Y Jesús lo ubica: ponete detrás de mí, porque tus pensamientos nos son los de Dios, sino los de los hombres.


 

Pidámosle a Jesús que nos dé un corazón atento para poder descubrir en nuestra vida todo lo que hace por nosotros. Pidámosle que nos dé un corazón de discípulo para poder contestar con nuestra vida quién es Él para nosotros. Pidámosle que nos enseñe a abrazar la cruz, que nos libre de inventarnos caminos a nuestra medida, porque ese el camino que nos lleva al Padre pasa por la cruz.    

 

 

 

Oleada Joven