Evangelio según San Marcos 10,17-27

lunes, 24 de febrero de
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Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”.
Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.

Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”.

El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”.
Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.

El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.

Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”.

Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”.


Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”.Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”.


Palabra de Dios




P. Germán Lechinni Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay


Señor, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna? ¿Qué tengo que hacer para ser feliz? Esta pregunta anida en el corazón de todo hombre que va de bien en mejor, subiendo, diría San Ignacio. De todo hombre y mujer que busca el bien, que busca a Dios. Me pregunto y les pregunto: este hombre rico, de quien nos habla hoy el Evangelio, ¿es malo o es bueno? Es muy bueno. De hecho, es mucho mejor que varios de nosotros. Porque, como él mismo dice, cumple los Mandamientos. Yo, sin ir mas lejos, a duras penas cumplo, y más o menos alguno que otro.


Además, este hombre ha intuido que en Jesús hay una bondad única, radical. Porque, aún sabiendo que solo Dios es bueno, lo ha llamado a Jesús bueno, lo ha reconocido prácticamente como su Dios cosa que, en ese tiempo, le podía salir muy caro. Pero, entonces, ¿dónde anida su problema? ¿Qué pasa que este hombre rico acaba con la cara triste? ¿Qué le sucede que no sigue a Jesús por el camino? Imagen muy elocuente: recuerden que seguirlo por el camino era lo que distinguía a los primeros cristianos, que se llamaban a si mismos los del camino. Lo que sucede se los explicare con un cuento. Una vez un joven, ávido de sabiduría, de paz, de bondad, va a visitar a un gran Maestro oriental y le pide que le instruya sobre la manera de alcanzar estos absolutos, de paz, de bondad, de felicidad, etcétera. “-¡Cómo no!” dice el Maestro, “-Ven, comencemos por tomar juntos una taza de té.” El Maestro se pone a servirle té a su discípulo y, cuando la taza ya estaba medio llena, sigue echando té. Cuando la taza se llena, sigue echando té. Obviamente, el té comienza a derramarse, a volcarse por todas partes.


El alumno, al principio, no dice nada. Luego, irritado, ya no aguanta más y dice “-¡Basta, basta! ¡La taza está llena!” “-Igual que tú, hijo mío” responde el Maestro, “-Igual que tú. Hasta que no vacíes tu propia taza, será imposible que entre lo nuevo.” Algo de esto mismo nos decía Jesús, ¿recuerdan? “El vino nuevo en vasos nuevos.” Esto significa “en vasos vacíos.” Si el Señor tiene mucho para darnos, necesita antes que nosotros también soltemos algunas cosas. Ejemplo, las riquezas, que muchas veces nos tienen encadenados, nos tienen con la taza llena. El Señor, en el Evangelio, está invitando a este hombre rico a revisar sus criterios. ¿Quieres ir al fondo del Seguimiento? ¿Quieres ser radical en el Seguimiento? Pues debes vaciar tu taza, pues haz de ser un vaso nuevo. Por eso la invitación a dar la riqueza a los pobres. Deshazte de lo viejo, de lo que te ata. Despójate. Atrévete.


Cuidado, advirtieron un detalle muy interesante, ¿verdad? Este Evangelio no está escrito sólo para ricos (si por “ricos” entendemos aquellos que tienen mucho dinero). Este Evangelio está escrito para todos, porque todos tenemos, por mucho o poco que sea, la gran tentación de que se habla el Evangelio, la tentación de vivir de nuestro dinero, de buscar seguridad donde no la hay, de poner nuestro corazón en tesoros o tesoritos que no son Dios. Ricos somos todos los que tenemos puesto el corazón en alguna riqueza, por más miserable que sea. “-¿Por qué me preguntas por lo bueno?” dice Jesús. “-¿Estás tú dispuesto a escucharme? ¿Estás tú dispuesto a desembarazarte de aquello que te ata, que te tiene lleno?” Agrandar el corazón, abrirse a una vida nueva, supone dejar de lado la vida vieja. Supone vaciar la taza. Que así sea.

 

Oleada Joven