Para el que cree todo es posible: De vagabundo a poeta consagrado

lunes, 24 de febrero de

Hay fotos que valen mil palabras. Y esta es definitivamente una de ellas. Nada de lo que se pueda decir va a reflejar la inmensidad de la empatía, la compasión, la humanidad y la generosidad de este gesto.


Que puede ser el que cualquiera de nosotros puede tener todos los días cuando vemos a una persona tirada en la calle, durmiendo sobre un colchón o cartones, o a un chico haciendo malabares en un semáforo.


Pero no, no somos ninguno de nosotros. Es una chica llamada Shalla Monteiro que en abril de 2011 conoció a Raimundo Arruda Sobrinho, un vagabundo de San Pablo, Brasil, que pasó casi 35 años de su vida en esa situación. Raimundo se volvió localmente conocido por sentarse en el mismo lugar, en lo que él llamaba “La Isla”, un reducto en un boulevard de una avenida, en el que vivía rodeado de basura y envuelto en una bolsa de consorcio. Tenía el pelo largo y sucio, al igual que su barba, y la piel curtida por el sol y los azotes de la vida.



El mismo se autodenominaba “El Condicionado” y su pasión era escribir: escribía todos los días y le regalaba sus poemas a los que paraban a saluldarlo. Así conoció a Shalla, que por su poesía y buscando ayudarlo con su sueño de publicar un libro, creó una página de Facebook para dar a conocer el trabajo de Raimundo. Cientos de personas se interesaron por su historia, aportaron dinero y otras se acercaron a conocerlo.


Pero una de las frases de Shalla que quiero destacar, es esta:


“Desde ese momento, empezó a ser parte de mi vida”.


Shalla se sintió tocada por la situación de Raimundo, por su poesía, por su sensibilidad, por su amabilidad pero también porque sabía que con muy poco, podía ayudarlo a cumplir su sueño, podía acompañarlo en su proceso a una vida mejor.


Y eso fue lo que precisamente sucedió. Un día Shalla recibió un mensaje del hermano de Raimundo que le había perdido su rastro hacía años y quería reencontrarse con él. El final del cuento es que Raimundo se fue a vivir con su hermano, su mujer y sus hijos y que van a publicar su libro de poemas.


Esta es una imagen reciente de Shalla con Raimundo:




Cada persona es un mundo. Un mundo interior que vale la pena conocer, más allá de sus circunstancias. Porque todos tienen algo para dar y nosotros mucho por aprender. Hagamos entonces el ejercicio de romper con los prejucios sociales y acerquémonos a todo aquel que pueda necesitar algo, que con pequeños gestos podemos cambiarle la vida, dándole oportunidades que cree perdidas.



 

 

 

Fuente: La Nación 

 

Oleada Joven