Evangelio según San Lucas 2, 21-24

sábado, 1 de enero de
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Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción. Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. 

 

Palabra de Dios


 

Pbro. Maximiliano Turri 

 

 

Hoy la Iglesia celebra el día del Santísimo Nombre del Señor. Y en este día, en esta celebración el Salmo tiene una expresión maravillosa, en el Salmo 8, se pregunta así “¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, para que lo cuides?”. Y eso nos suscita, nos surge una pregunta: ¿quiénes seremos para que Dios nos tenga tanto en cuenta?, y si nos preguntamos quiénes somos es bueno también preguntar y empezar por el nombre que tenemos.

 

El nombre de Jesús significa  Dios salva; ahora yo te pregunto y me pregunto, tu nombre ¿sabés a qué hace referencia?, ¿sabés vos que tu nombre te define?, ¿sabés que es el sello de presentación que tenés?

El nombre puede ser algo maravilloso, o puede ser algo molesto, por eso muchos se inventan o se agregan apodos para no ser llamados por el nombre que tienen, lo tremendo que muchas veces pasa en la historia de la persona es que algunos llegan a cambiarse el nombre y el apellido por no querer reconocer su historia o su identidad. En fin, el nombre es parte esencial de uno mismo.

 

Cuando hoy celebramos el Santísimo Nombre de Jesús, junto a toda la Iglesia, es reconocerlo a Él como Señor y Salvador, por eso se llama Jesús y por eso dijimos Dios salva. Es descubrir el valor de su Nombre, en ese Nombre nosotros fuimos bautizados, en ese Nombre nosotros somos cada vez perdonados y por ese Nombre nosotros somos herederos de una vida más allá de la muerte, el cual esperamos nombrar sobre todo, y que en el momento último de la vida, en el final, en nuestros labios se pueda pronunciar el Nombre de Jesús.

Celebrar, entonces, el Santísimo Nombre de Jesús nos ayuda a todos a descubrir que en ese Nombre, el Nombre de Jesús, somos salvados, salvados de la tristeza, de la angustia, de la depresión y, sobre todo, salvados de la muerte.

 

Que en este día cada uno de nosotros pueda nombrarlo a Jesús y al irse a dormir todos tengamos su Nombre en nuestros labios.

Que Dios te bendiga.

 

 

 

Oleada Joven