Día 17: Un Dios vulnerable

jueves, 10 de abril de
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El que en la antigua alianza se mostraba poderoso, que vence a sus enemigos, ese mismo Dios ahora parece que es vencido, y se deja vencer.

 

Estamos en la tercera semana, semana de confirmación, y nos adelantamos al espíritu pascual donde somos introducidos en la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Es un momento de confirmación, de estar con Jesús en su misterio culminante y dejar que su figura y testimonio, y estos hechos tan misteriosos nos confirmen enlo que vamos sientiendo y en lo que Él ha puesto luz en nuestras vidas. La pasión de Jesús nos invita a abrirnos en generosidad para algo totalmente oscuro a nuestros ojos. Por eso Ignacio nos hace considerar un Dios esondido, oculto, conforme a nuestra concepción de cómo un Dios debiera ser. Hay momentos difíciles, donde al igual que Jesús en la pasión, seremos tentados, pero también vamos a encontrar la paz y la serenidad. Quizás aquel misterioso sentir de María que en semejantes acontecimientos supo estar en paz. Lo mismo con otras tantas personas que los evangelios no nos lo cuentan y sin embargo lo siguieron de cerca.


Muchos siguieron a Jesús después de éstos sucesos. Muchos que no conocemos tuvieron que irse, que huir de Jerusalén porque era perseguidos. Quizás nosotros en lo de todos los días, no podremos vivir de grandes experiencias, pero sí de la sencillez del camino, que también nos conduce a la pasión. Ella también tiene signos de resurrección. No hay un misterio que se separe del otro. Ignacio nos hará meditar que este Dios oculto en la pasión dará lugar al Dios luminoso de la resurrección; se trata de dos facetas de un Dios que intenta más que decir hacer. Nos trae una nueva humanidad. Es el reflejo de nuestras vidas, morimos a algo para dar luz a cosas nuevas.


Hoy vamos a meternos en el misterio de la pasión y cada uno elegirá el texto que más le ayude. La pasión según San Mateo desde el capítulo 26, puede ser uno. Podemos elegir alguno de éstos pasajes, algunas figuras que nos ayuden, así como ayer tomábamos la de María o la de Pedro. Sobretodo ver en este evangelio algunos aspectos de oscuridad como esos brotes de luz “que se van viendo en esa pasión”. Pediremos “dolor y quebranto de Jesucristo que por mí va camino a la cruz” irnos metiendo bien adentro conforme a la gracia nos lo vaya permitiendo. Poder meternos con la cabeza y el corazón. Los medios ayudan y disponen, el lugar, la luz, el silencio, etc.

 

 

Un Dios débil

Un aspecto que vamos a ver en la pasión y que siempre ha sacudido al mundo y a cuestionado, a veces desde el mismo texto y a veces en la realidad, es el Dios que Jesús muestra en la pasión: un Dios débil que no pone resistencias… El que en la antigua alianza se mostraba poderoso, que vence a sus enemigos, ese mismo Dios ahora parece que es vencido, y se deja vencer. Jesús está derrotado: la traición de Judas, el complot de los poderosos y los aliados para matarlo, las dudas de sus discípulos, Él mismo que se anticipa a esa traición “heriré al pastor y dispersarán las ovejas del rebaño”, Pedro que se opone, su traición. Jesús no le tiene miedo a la debilidad, a nuestra debilidad, Él confía en la debilidad humana desde Dios no desde nosotros, confía porque nos ama no porque le demos prueba de lealtad o de fuerza.

Jesús sabe de la negación, y sin embargo está con ellos, los discípulos, y tambien a nosotros nos invita a estar con Él. Esta debilidad de Dios que se cae frente a todas las maniobras para derrotarlo, calumniarlo y enviarlo a la muerte. Lo mismo que acontece todos los días en el mundo, injusticias, complots, ambiciones, peleas, búsquedas de superioridad, explotación… y pareciera que todo eso triunfa. San Ignacio decía que la debilidad es cuando soy un impedimento o una traba. A Jesús le ponen muchos impedimentos o le favorecen que se caiga su imagen, lo que Él construyó, la confianza e ilusión de los suyos y Él deja que así sea…. se deja juzgar, se deja llevar, golpear. Es como si agudizara esa concepción de maldad del ser humano, se pone como objeto de nuestra maldad quizás para que la descubramos. Por eso, tomando las palabras del evangelio, “auqello que le hago a un hermano se lo hago a Cristo”, porque Él se ha puesto del lado de los pobres. Es lo de Mateo 25, “cuando tuve hambre y me diste de comer o beber, enfermo, preso”…. En cada situación de los perdedores, ahí está Jesús. Muchos empujan al debil para que se siga cayendo, nos gustaría verlo descartados, siempre los malos y peligrosos son los de la calle, los poderosos y mafiosos no tanto pareciera… Jesús era un “peligroso” de su época.

Un Dios debil que sin embargo nos cuestiona hasta el fondo. Son los débiles a nuestros ojos, enfermos y moribundos, los que nos cuestionan porque nos ponen frente a nuestra debilidad. Dios está en esa debilidad, Él no quiso mostrarse en la pasión triunfante y mucho menos orgulloso. No se quiere mostrar como víctima o una especie de héroe de la justicia, Él lo acepto a todo, porque hay algo más grande detrás. La debilidad es un brote de algo más grande que va a surgir.

El hombre necesita sentir toda su maldad, sentirse como Judas, o Pedro, descargar toda su agresividad como los guardias, mercenarios… son todos personajes reflejos de nuestra maldad y le tiran todo a este Dios débil. Es un Dios débil al que no le tenemos que perder nunca de vista, porque en la verdad de cada uno de nosotros donde nos sentimos débiles con nuestras carencias y herida, ahí es donde hay un brote. Y empezar a ver a Dios en ese lugar es empezar a transitar el camino de resurrección, el camino a la conversión. Es ahí donde va a aparecer el Dios vivo vencedor.

 

 


Un Dios que se hace vulnerable


Dios también es vulnerable. En esas escenas que vas a contemplar, Dios se te muestra vulnerable. No solamente es debil y se entrega, sino que realmente lo podemos destruir. Las actitudes de aquellos que se ensañan con Jesús es la actitud nuestra con nuestros hermanos, que en una sociedad que provoca cada vez más vulnerabilidad y desamparo, Dios se enconde allí. Él se hizo vulnerable y se esconde en los pobres y débiles. Dios es todopoderoso pero no a nuestra manera.


Este Dios vulnerable es al que Judas puede traicionar tranquilamente, siendo su actitud rastrera. Un Dios que puede ser golpeado por los guardias, afectados por el resentimiento, el que vemos todos los días: violencia, impunidad en la que nos sentimos humillados y Él las vivió. Nosotros también nos aprovechamos de los débiles y los pequeños, los maltratamos, los usamos para nuestros sentimientos, descargamos en nuestros hijos los sentimientos más contradictorios, mezclamos nuestra inmadurez con los más débiles y no vemos el daño que hacemos. Un egoísmo cerrado, como el de los Sumos Sacerdotes. Otras veces somos como Pilatos más equilibristas, políticamente correctos, buscamos quedar bien con Dios y con el diablo, y jugarnos significaría perder entonces me adapto y me someto a lo que los poderosos quieren escuchar.


Hay que pasar por el descubrimiento de la propia vulnerabilidad. Jesús colgado en la cruz es absolutamente vulnerable, le clavan la lanza, lo escupen. Y nosotros queremos ser fuertes para vencer y a la vez para sobrevivir, para que no nos avasallen, no mostrar nunca un flanco débil, y esa es la ley de la perversión que hoy en el mundo tiene buena prensa, en cambio la vulnerabilidad no.


Este Dios vulnerable tiene que llegarnos al corazón. Dios que busca nuestra salvación a través de este amor puro, que se manifiesta en lo pobre. Y de pronto, Dios parece silenciarse, no se baja de la cruz, expira y entrega su espíritu, se va con los muertos (como rezamos en el credo), y hasta lo tenemos que velar. Para muchos no creyentes, Dios está muerto. El Dios que nosotros hemos fabricado, triunfante, está muerto porque es falso. El Dios de la cruz no es un Dios de oro, sino de carne sangrante, un Dios que expira.


Quedarnos en la cruz es quedarnos en esa realidad límite donde parece que todo puede ser nada, ese momento donde pareciera que la vida se va. En las situaciones límites del hombre, muere el dios que nos fabricamos triunfante, y surge el Dios de la vida para decirnos que la vida es otra cosa: la vida no es triunfar y que todo salga bien, no es el éxito de los que aplastan. La vida es el amor que se despliega, lo que se muestra a través de lo que uno es. Jesús no tiene miedo de dejarse desnudar en la cruz y mostrar que lo único importante es lo que se es, y eso no lo puede destruir ninguna muerte.


 

Padre Fernando Cervera sj

 

 

Resumen del ejercicio


+ Ponerse frente a la mirada de Dios


+ Pedir gracia de “profundo sentimiento de dolor porque por mis pecados va Jesús camino a la cruz”; “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado”.


+ Contemplación: elegir alguna escena de la pasión de Jesús. Mt 26 en adelante


+ Coloquio con Cristo crucificado


+ Exámen de la oración

 

Oleada Joven