Tres veces

domingo, 13 de abril de
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Dios tiene un modo particular de confirmar su Palabra, de reafirmar la ley de amor a la que se sujeta. Y es repetirla una, dos y TRES VECES, para no dejar lugar a dudas ni a malos entendidos.

Así responde al hombre que pregunta una, dos y tres veces: “¿me amas?”; “¿puedo esperar en tu amor?”.

Pero no hay peor dureza que la de aquél que no quiere entender, o entiende lo que quiere entender. Dureza peor que la del que pregunta y no espera la respuesta porque ya tiene la suya. No hay peor dureza que la de aquél que cierra su vida, a dejarse amar.

Porque pensar que ese amor está dado, esa respuesta está dicha y aún no se experimenta, no se escucha, implica pensar que hay algo en uno mismo, que lo está trabando. Y ese darse vuelta de las cosas, hace poner en peligro la débil paz que se sostiene a base de mil excusas y falsos argumentos.

Dios dice siempre bien su Palabra, sólo que el hombre, la mayoría de las veces, la entiende mal. El hombre no entiende que para subir, lo primero es abajarse; que para hablar, lo primero es escuchar; que para amar, lo primero es dejarse amar.

Y Cristo, abajándose tres veces, repite y confirma su Palabra: “El Padre los ama; déjense amar”.



Fuente: javieralbisusj.wordpress.com

 

Oleada Joven