Carta a Judas

miércoles, 16 de abril de
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Judas:

Quiero que mis palabras no te suenen a condena. No tengo la autoridad moral para condenarte, ni para condenar a nadie. (Es saludable esta falta de autoridad).

Siempre se encuentran razones para una traición. El corazón tiene sus recovecos, sus rincones. Cuando el corazón encuentra razones, es peligroso. Y no merece la pena enredarnos en los motivos de esta entrega, de esta …venta. Treinta monedas por un amigo (y pongo el acento en “monedas”, no en treinta) será para siempre el arquetipo de la traición.



¿Sabés? Muchas noches he tenido pesadillas con mis monedas. Judas, ¿cómo hemos llegado a vender al Amor? Claro que traidores somos todos, o casi todos. Lo fuiste vos, Judas, lo fue Pedro, lo fueron todos los demás que escaparon, lo fueron las multitudes, lo fueron aquellos que el curó,…lo soy yo, lo soy yo.

El tema va más allá de la traición. Porque no solo hay que traicionar. También hay que animarse a preguntarle: “¿Seré yo, Maestro?”. Y hay que animarse a comer del mismo plato. Y hay que animarse a sostener su mirada. Y hay que resistir cuando a la hora del beso me llame amigo. Esa fue tu peor idea, elegir el beso como signo de la entrega. ¿Qué queda de los hombres cuando se nos corrompen los besos?. Vos pensaste que no quedaba nada y te ahorcaste. Pero nos queda el beso de los ojos: las lágrimas. Pedro lo descubrió. Y nos salvó de la horca a todos.



¿Sabías que Él nunca se arrepintió de llamarte? ¿Sabías que lo volvería a hacer? ¿Sabías que te dijo “amigo” en serio y no para conmoverte?

Amigo, ya es hora que yo me siente en la mesa eucarística. Con temor y temblor comeré de su mismo plato, me lavará los pies. Y, estoy seguro que Él preguntará por vos. Te sigue amando…


Walter Kurhy

 

Oleada Joven