Evangelio según San Lucas 24,13-35

martes, 22 de abril de
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Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”. “¿Qué cosa?”, les preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.


Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron”.

Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?” Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. 


Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”.

En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”. Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Palabra de Dios


 


P. Cristian Salomón Sacerdote de la Parroquia Santa Teresa de Jesús, de Santa Teresa, Diócesis de Rosario   

 

 

Buen día, buen día, ¡Feliz pascua! Seguimos celebrando al Señor de la vida, el Viviente, presente y caminando entre y con nosotros.


Seguimos llenándonos de la presencia y vida del resucitado, hoy escuchamos el bello relato del encuentro de Jesús con los discipulos que iban de camino a Emaús. Jesús, el viviente se acerca y hace camino junto a ellos, escuchando, dialogando, compartiendo la mesa y; partiendo el Pan los renueva y ellos vuelven con el corazón encendido junto a sus hermanos a Jerusalén a compartir el encuentro.


Los discípulos de Emaús, iban caminando tristes, desanimados, decepcionados, descreídos, sin esperanza, pero creo tuvieron la grandeza, de hacer parte de su camino a Aquel que aparentemente sin saber nada, totalmente desubicado, empezó a preguntarles.


No se quedaron encerrados en sus tristeza o desilución, sino que pudieron y supieron mirar al costado, escuchar a quien les preguntaba. El levantar la cabeza, el prestar atención a quien vino a su encuentro, fue dando sus frutos, les empezó a arder el corazón hasta experimentar el gozo del encuentro en la fracción del pan.


Siempre el Señor, el viviente, como en el caso de estos dos discipulos, se acerca a nuestro lado, a caminar cerca nuestro, preguntando, escuchando, queriendo dialogar, sea cual sea el camino que estemos transitando.


Nos sucede muchas veces que caminamos, incluso junto a otros, desilucionados, tristes, también decepcionados y cuanto nos cuesta en estas circustancias mirar, escuchar, sumar a otro a nuestro camino y mas aún si ese otro nos quiere explicar algo de lo que vivimos… que linda tarea será entonces en estos días de pascua, buscar y mirar al Viviente que a la vez viene a nuestro encuentro, en alguien, en alguna situación insospechada. Que interesante sería, que contemplando su Palabra, nuestro corazón empiece a arder…


Les dejo unas lineas del P. Martin Descalzo: “…El Jesús resucitado es una explosión de Gozo que no comprende el por qué de la tristeza de los hombres…la tristeza surge siempre de la ceguera…no vemos porque, antes, estamos ya tristes…estos dos caminantes al menos tienen una cierta razón, creen que Jesús está muerto…lo malo es quienes seguimos tristes a pesar de que lo creemos vivo…”


Que tengas lindo día, que el resucitado encienda tu corazón!

 

Oleada Joven