Evangelio según San Juan 20,19-31

martes, 22 de abril de
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Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.


Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.

Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. 


Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.

Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.


Palabra de Dios



 


 

Hola chicos, hola a todos los seguidores de la página de Oleada Joven.

Hoy nos encontramos nuevamente en torno a la palabra del Señor en el segundo domingo de Pascua. Pascua que nos renueva porque nos da una nueva vida que nos trae Jesús, Cristo el Resucitado.


Y en este día nos invita la liturgia a contemplar el evangelio de San Juan, en donde Jesús se aparece a los discípulos. Los discípulos que están temerosos, que están asustados, los discípulos que están con las puertas cerradas. No solo las puertas cerradas del lugar donde están sino quizás con las puertas cerradas de su corazón. Sin embargo, el Señor se hace presente resucitado lleno de gloria, lleno de luz, lleno de esplendor y con los signos que manifiestan su triunfo sobre la muerte los estigmas en su cuerpo. Jesús, las palabras que pronuncia aparecerse a los discípulos son muy claras y bellas para nosotros “¡La paz esté con ustedes!”. Les dice Jesús mientras le muestra sus manos su costado, es decir, que Jesús cumple su promesa la promesa de que va a triunfar sobre la muerte, la promesa y al tercer día va a resucitar entre los muertos y nos va a ofrecer la nueva vida.


Podríamos descubrir en este evangelio realmente que Jesús resucitado con sus signos las palabras que Jesús pronuncia sobre los discípulos el signo del soplo el aliento de vida este soplo que da a los discípulos el poder de atar y desatar los pecados de los hombres. También nosotros estamos llamados a dejarnos a interpelar por esta palabra del Señor por esta fuerza que nos da el Espíritu Santo y aparece en escena, también a través de esta manifestación de Jesús, Tomás. Tomás no estaba cuando los discípulos hacen esta experiencia de encontrarse con el resucitado, es decir, cuando Jesús se hace presente en la vida de ellos y, por lo tanto, por más que los discípulos le comenten que Jesús a resucitado.


Por más que los discípulos le digan que hemos visto al resucitado, al Señor Tomas no cree. No cree porque seguramente también su corazón estaba cerrado a esta nueva presencia del Señor. Su corazón quizás estaba cerrado a este signo del Señor. Por lo tanto, lo que dice a los discípulos: “si no veo la marca de los clavos en la mano, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado no lo creeré”. Y el Señor que no se deja ganar en generosidad ocho días más tarde se aparece a los discípulos y ahí justamente esta Tomas. Tomas que también hace esta experiencia de reconocer al resucitado y reconocen en los signos de los estigmas de las manos del costado y hacer la experiencia de experimentar que Jesús ha resucitado lo lleva a tomar una nueva actitud, una nueva condición del creyente. Podríamos decir, que Tomas pasa de ser incrédulo al hombre de fe y pronuncia en estas simples palabras esta profesión de fe, “¡Señor mío y Dios mío!”. Después que Jesús lo ha invitado hacer la experiencia de reconocer que ha resucitado metiendo sus dedos su mano en su costado.


Podríamos nosotros descubrir que el Señor nos invita en este tiempo pascual hacer este camino de renovación en la fe. Hacer este camino de resucitar con el Señor, porque no es una idea no es una ilusión sino que es una realidad. Jesús ha resucitado, Cristo ha resucitado en la vida de todo creyente en nuestra vida en nuestra comunidad.


Por esta razón en este día realmente que podamos creer sin ver. Que nos baste solo creer en su presencia para poder reconocerlo. A él que viene a traernos vida y vida en abundancia.


Bueno que esta palabra queridos amigos queridos jóvenes querida familia nos renueve en el amor al Señor y nos ayude a descubrir que Jesús nos ofrece su paz nos ofrece su alegría nos ofrece su gozo de haber resucitado de haber triunfado sobre la muerte. Que también nosotros podamos decir hemos resucitado con el Señor y somos portadores de este gran mensaje. El mensaje de la paz.


Que tengan una linda semana que el Señor los acompañe y, sobre todo que, podamos cada uno de nosotros hacer esta experiencia de Fe como Tomas sino nos pasa mucho más, que podamos decir, “Señor mío y Dios mío”.

 

Oleada Joven