Evangelio según San Juan 10,11-18

lunes, 12 de mayo de
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Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.

Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre”.


Palabra de Dios



 


P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay 

 

 

“Yo soy el Buen Pastor”, dice el Señor, y explica que “el Buen Pastor da la vida por sus ovejas”.


DAR la VIDA: no hay otro signo de amor e incondicionalidad más fundamental que éste de “dar la vida”. Si hay algo que como cristiano no puedes olvidar es que Cristo murió por ti.

Cristo es distinto a cualquier otro maestro, a cualquier otro líder, a cualquier otro pastor… Cristo es alguien que a la hora de elegir entre él y tú, entre su vida y la tuya… Elige siempre por ti. Si alguien tiene que morir, Cristo elige morir él primero, morir él antes que nadie, morir él por el resto.

En el Evangelio de hoy aparece en cinco ocasiones esto de DAR la VIDA. Porque, repito, es aquí donde Cristo da cuenta de su AMOR por nosotros. ¡Cuánto bien nos haría considerar más seguido que alguien murió por nosotros! Que nosotros fuimos y somos tan importantes para Cristo que fue capaz de DAR su VIDA por la nuestra.

¡Sí! Tú y yo parece que valemos mucho para Cristo, parece que valemos mucho para el Buen Pastor. Tanto valemos para él que no tiene empacho en dar lo más preciado, su vida, por ti y por mí.

San Ignacio de Loyola tiene una meditación bien fuerte y hermosa en sus Ejercicios Espirituales, cuando nos pone delante de la Cruz y nos interpela con ella. Ignacio nos invita a considerar que Cristo está Crucificado por nosotros, que Cristo está muriendo por nosotros, que Cristo está dando su vida por la nuestra. Entonces, dice Ignacio, cada uno debiera preguntarse…

Si Cristo murió por mí ¿Qué he hecho yo por él?
Si Cristo murió por mí ¿Qué hago yo por él?
Si Cristo murió por mí ¿Qué haré yo por él?

Si Cristo da su vida por la mía, no será que también estoy llamado yo a dar mi vida por alguien más. Si alguien murió por mí, no será que ahora me toca a mí continuar esta cadena de entrega y dar mi vida para que otros tengan vida…

San Alberto Hurtado, la Madre Teresa y muchos otros cristianos se han preguntado y con verdad: “Pa’ que es la vida si no es pa’ darla”… Ahora nos toca a ti y a mí hacernos la misma pregunta… Ahora nos toca a ti y a mí seguir el ejemplo del Buen Pastor y DAR la VIDA…

De adolescente, marcó mi vida y vocación un pequeño poema que da cuenta del llamado que Cristo nos hace a “darlo todo”, a “dar la vida”. Termino re-leyéndolo para todos, con la esperanza de que nos inspire en el día de hoy a seguir el ejemplo del Buen Pastor y animarnos también nosotros a dar la vida por otros… Dice así:

 

Si no vienes a dar 
a dar el tiempo, el corazón, la vida 
no desesperes por entrar 
porque en la entrada 
comienza tu salida. 
Si vienes a buscar 
el privilegio, la ocasión mullida 
no desesperes por estar 
donde la flor más bella 
es una herida. 
Este lugar es propicio 
sólo para el amor y el sacrificio.
Aquí tienes que ser 
el último en tener 
el último en dormir 
el último en comer 
y el primero en morir.
Que así sea!

 

Oleada Joven