Evangelio según San Marcos 1,14-20

domingo, 9 de enero de
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Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:
«Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio».
Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

 

Palabra de Dios


 

Pbro. Maximiliano Turri   Encargado de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Chascomús

 

Comienza en este lunes el tiempo ordinario, donde retomamos el tiempo litúrgico entre la Navidad y la Cuaresma. Ya celebramos su Nacimiento, ahora nos encaminamos hacia su culminación, que es la Pasión, Muerte y Resurrección.
 
En este día Jesús utiliza una expresión significativa en el Evangelio, dice así: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.
Vamos a detenernos en la expresión conviértanse, esta palabra suena, traducida del griego, el cambio. Cuando decimos o pronunciamos cambio en el Evangelio nos parece que tenemos que dejar de ser malos para pasar a ser buenos, si bien eso es real, no es lo único. El cambio que Jesús nos propone es un cambio de mentalidad, cambiar la forma de ver las cosas, de ver la propia vida.
 
El Evangelio nos propone una forma distinta, vamos a citar algunos ejemplos. Nos parece que en el mundo, el que es fuerte y se lleva todo por delante es el poderoso; en cambio el Evangelio llama feliz al paciente, al que sufre, una manera distinta. Nos parece en el mundo que perder es el fin, es el fracaso; el Evangelio nos muestra que en Dios nada se pierde, todo es tenido en cuenta. Quienes miramos el mundo, miramos la vida, nos parece que mientras más tenemos, más seguros estamos; el Evangelio nos habla de que Dios es el que nos cuida, y que estamos solamente en sus manos. En el mundo, la forma de ver, nos parece que el poder es imponerse, pisarle la cabeza al otro; en cambio en el Evangelio, en Dios, el poder es el que sirve. Y por último nos parece que la muerte es el fin, que no se puede esperar nada más; en cambio en Jesucristo sabemos que Él mismo es nuestra garantía y nuestra esperanza.
 
Convertirse y creer en la Buena Noticia es mirar la propia vida, no desde nuestra mirada, sino desde Dios. Confiamos en sus manos, sabernos amados por Él, y sobre todo, que en su voluntad está nuestra paz.
Que Dios te bendiga.

 

Oleada Joven