Evangelio segun San Marcos 1, 21-28

lunes, 10 de enero de
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En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: – ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.
Jesús lo increpó: – Cállate y sal de él.
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: – ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen. Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra de Dios

 


 

Monseñor Fernando Maletti     Obispo de la Diócesis de Bariloche



 

Queridos muchachos y chicas, queridos jóvenes, queridos oyentes de Radio María a lo largo y a lo ancho del país:

el evangelio de hoy Marcos 1, 21-28 nos habla por un lado de la autoridad de Jesús, pareciera que todos notaban que en Él, había un lenguaje especial. Y desde esa percepción y seguramente aprovechando esa mirada de la gente, cura un endemoniado, cura un poseído, poseído del mal. Hoy podemos decir poseído del pecado, ese pecado que es desplazar a Dios y darle el lugar de Dios a lo que no es Dios, el pecado es endiosar lo que no es Dios, cuando endiosamos nuestro cuerpo, o nuestras sensaciones físicas, o nuestra sensibilidad, o nuestra afectividad, o nuestras pasiones e impulsos, estamos endiosando lo que no es Dios, cosas buenas u otras realidades y quitamos a Dios del lugar que le corresponde. Por eso esta curación de Jesús nos tiene que ayudar, a comprender la realidad del pecado del mundo.

 

Este Jesús que fue presentado por Juan el Bautista en todo el tiempo de la Navidad, que se ha manifestado al mundo en la fiesta de los Reyes Magos, ese Jesús que se hace bautizar por Juan en el Jordán, es el Jesús que nos dice, que Dios no solo nos perdona, sino que con su gracia nos transforma, es lo que hizo con el endemoniado. Por eso chicos, chicas, tenemos que saber crucificarnos con Cristo muriendo a nuestros pecados, para resucitar con Él a la vida nueva del amor.

 

No estoy hablando de estar obsesionados y de que seamos gente escrupulosa, pero, si estoy hablando de que no seamos laxos, o infantiles, pensando que a mí no me va a pasar, como sucede con las adicciones, y a cuantos les pasa; también sucede con perder la gracia de Dios.

 

Por eso este texto de Marcos 1, de las curaciones de Jesús a los poseídos por mal, nos indican un camino de lucha contra el pecado que lo hacemos junto con Jesús. En el fondo cuando cambiemos el árbol tentador del paraíso, por el árbol del amor de la Cruz, la liberación, ser personas libres, ser dueños de nosotros mismos, no estar atados, no nos va a venir por el orgullo, sino por la humildad, no nos va a venir por la codicia, sino por la generosidad, no nos va a venir por la violencia, sino por la paz, no nos va a venir por ser esclavos de la droga, del cigarrillo, del alcohol, o del sexo sin amor, sino por la libertad.

 

Por eso Jesús nos perdona y cambia nuestros corazones cuando sabemos andar con Él. Jesús con esta autoridad que notan sus interlocutores en el evangelio de hoy y con la curación del poseído, nos ofrece también a cada uno de nosotros un cambio de estructuras pecadoras, por un estilo de vida que sea acorde a su amor, a su paz y a su justicia. Por eso es que no podemos vivir la fe, si no damos testimonio de la vida de Cristo, si no somos testigos de su misericordia y su verdadera libertad.

 

Y por esto, que aunque parece que nos exige mucho como a Cristo le sucedió, la gran exigencia nos va a llevar al gran fruto, y el fruto va a ser la vida plena como Jesús, el fruto va a ser la felicidad.

 

Que Dios los bendiga y que el buen Dios nos acompañe en estos días de Enero, donde seguramente algunos estarán trabajando, otros descansando, pero todos con un poquito más de aire para poder pensar en el fondo, detrás de que andamos. Porque como dice Jesús, allí donde este tu tesoro, allí estará tu corazón.

 

Oleada Joven