Eres como el viento, suave, presente en todos lados, a veces soplas suave, casi imperceptible… todo lo llenas y todo lo cambias.
Todo lo impulsas: das Alegría, das Esperanza y cambias el miedo en entusiasmo.
Y entonces, te vuelves FUEGO…
FUEGO que abraza, que quema al hombre viejo, que quema nuestras debilidades, que purifica…
FUEGO que impulsa a darse, a ser testigos de la Resurrección de Cristo, a ser testigos de esperanza, a transformar con nuestro esfuerzo y la Gracia de Dios nuestro Mundo.
A no tener miedo, a pesar de que el mundo quiere callarte, a pesar de que confesarse cristiano y actuar como tal es “políticamente incorrecto”, de que nos digan que “lo que vivimos es una ilusión”, que “estamos locos”, nos den vuelta la cara y se rían, nos insulten y nos desprecien, y se burlen de nosotros.
Llenas nuestros corazones de FUEGO… y nos mandas con valor a ENCENDER OTROS FUEGOS…
Que el Espíritu Santo nos encienda, que nos entusiasme, nos impulse, nos mueva… Digámosle confiadamente:
¡VEN ESPÍRITU SANTO! ¡NO TARDES! ¡VEN A RENOVARNOS!