Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4

lunes, 26 de mayo de
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen.

Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.


Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.»


Palabra de Dios



 


P. Germán Lechinni Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay


Aunque lo conocemos, vale la pena volver sobre este cuento: 


Una noche un hombre tuvo un sueño. Soñaba que recorría la playa con el SEÑOR. A través del cielo centelleaban las escenas de su vida. Para cada escena, él notó dos conjuntos de huellas en la arena; unas que le pertenecía a él, y otras al SEÑOR.


Cada vez que pasaba una escena de su vida ante él, miraba hacia atrás las huellas en la arena. Notó que muchas veces a lo largo del camino de su vida había solamente un conjunto de huellas. Eso ocurría en los momentos más difíciles y tristes de su vida.


Esto lo incomodó y preguntó al SEÑOR: “SEÑOR, Tú me dijiste que recorrerías conmigo todo mi camino. Pero he notado que durante los más difíciles momentos de mi vida, había solamente un conjunto de huellas. No entiendo por qué cuando más te necesité Tú me dejaste solo.”


El SEÑOR contestó: “Tú eres mi hijo muy amado, yo nunca te dejé solo. Durante tus épocas de sufrimiento, cuando tú viste solamente una huella, eran mis huellas las que viste: Yo te llevaba en mis brazos.”


Hasta aquí el famoso cuento titulado “Huellas en la Arena”. Los cristianos podemos estar orgullosos de nuestro Dios. A lo largo de la historia los hombres nunca hemos estado solos. El Antiguo Testamento, a su manera, nos narra la forma en que Dios acompañó especialmente a nuestros hermanos mayores, los judíos, en el cumplimiento de las diversas promesas… Ya con la venida de Cristo, hemos podido ser testigos los cristianos –nuevo Pueblo elegido- de la misericordiosa compañía de Dios Hijo… Ahora, en lo que podríamos llamar el “tercer tiempo” de nuestra Historia de Salvación, hemos de reconocer la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas…

En síntesis, los hombres de ayer y de hoy, nunca hemos estado solos, pues cuánto más lo necesitamos, más estuvo el Señor a nuestro lado, más estuvo el Señor de nuestro lado. ¿Qué nos recuerda, entonces, esta presencia continua del Dios Trino en nuestra historia? Nos recuerda algo esencial, que nunca estamos solos. Que en esta Historia de Salvación que Dios va tejiendo con la humanidad, no hay minuto en que no caminemos de la mano de Dios, no hay instante en que Dios no camine a nuestro lado. Primero con el Padre, después con el Hijo y ahora con el Espíritu Santo, nuestra historia es una historia de amor habitada perpetua e incondicionalmente por Dios.

El Evangelio de hoy se inserta en el discurso de despedida de Cristo durante la Última Cena, y viene a prepararnos litúrgicamente para la Ascensión del Señor y la consecuente venida del Espíritu Santo. En este Evangelio, entonces, el Señor nos avisa: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el Principio”.

Aquí está resumido nuestro cuento de hoy y la historia entera de todos y cada uno de nosotros… Saber que no caminamos solos, saber que el Padre cuida de nosotros, que contamos con la compañía del Hijo y el aliento del Espíritu. No hay otra Verdad con mayúscula más grande que ésta, la de un Dios que peregrina con su Pueblo, que nunca lo abandona, que está con él desde el principio y estará con él hasta el final.

¡Que así sea!

 

Oleada Joven