Gracias Señor por mis brazos perfectos cuando hay tantos mutilados.
Gracias señor por mis ojos perfectos cuando hay tantos sin luz.
Gracias Señor por mi boca que habla cuando hay tantas bocas que enmudecen.
Gracias Señor por mis manos que trabajan cuando hay tantas que mendigan.
Es maravilloso Señor tener un hogar para volver cuando tanta gente no tiene dónde ir.
Es maravilloso Señor sonreír, soñar, amar y vivir cuando hay tantos que lloran, tantos que se revuelven en pesadillas, tantos que odian, y tantos que han muerto antes de nacer.
Es maravilloso Señor sobre todo tener tan poco que pedir y tanto, tanto que agradecer.
José Luis Martín Descalzo