Cuando los granitos de arena no alcanzan

lunes, 2 de junio de
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A veces, en alguna reunión, escucho decir “yo vengo a aportar mi granito de arena”, expresando así lo pequeño que alguien puede entregar.
Pero en ciertas circunstancias hablar de este modo puede mostrar no comprender la magnitud de lo que hace falta.

 

Veámoslo con un ejemplo. Si estamos construyendo una casa, un granito de arena (o 50) no alcanzan ni siquiera para fijar la ventanita del baño. Si tenés cerca de tu casa una obra en construcción contá 50 granitos de arena y vas a ver.

Cierto es que Jesús nos enseñó a mirar y valorar lo pequeño de la ofrenda de la viuda en el Templo, porque “dio todo lo que tenía para vivir” (Lc 21, 4). Pero, por otro lado, al joven rico le pide dar todo a los pobres y seguirlo (Mt 19, 16-26). Entendemos entonces que de la mujer viuda no alaba lo poco, sino haber dado todo.


Quisiera aplicar esta idea a dos situaciones. La primera se refiere a la celebración de este domingo de la Ascensión. Jesús es glorificado, y en el Evangelio leemos que envía a los discípulos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 19-20)

Hoy, a casi 2000 años de aquel envío, estamos muy lejos de dar por cumplido este mandato. Apenas el 33 por ciento de la humanidad es cristiana (y no todos católicos). Todavía el 67 por ciento no conoce o rechaza a Jesús. Y si miramos nuestro país (ubicado en el 33 por ciento) cuántos se bautizaron, recibieron otros sacramentos, y hoy viven como si Dios no existiera.
La misión que el Señor nos encomienda no se despliega con “granitos de arena”. Los Apóstoles entregaron todo. Los primeros cristianos, los que siguieron, los misioneros en nuestras tierras se comprometieron con la vida entera. Para hacer presente hoy la Buena Noticia de Jesús hace falta la entrega generosa de todos los bautizados. Francisco nos enseña que “en virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos «discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros»”. (EG 120)

Más allá de quién va a evangelizar a otros Continentes y quién lo hace en la propia Parroquia, debemos mirar que es la Iglesia la enviada a todo el mundo, y yo soy Iglesia.

La segunda situación a la que quisiera aplicar este dicho es la Colecta Anual de Caritas del sábado y domingo que viene. El lema es ambicioso: “Compartir es amar. Pobreza cero; seguimos apuntando alto”. ¿Se logrará con granitos de arena? ¿No hará falta algo más? Te lo planteo hoy porque si vas a misa tal vez te entreguen un sobre para devolver con dinero la semana que viene.
Pensemos. ¿Cuánto es mi ingreso mensual? ¿Cuánto dinero se va en alimentos para mi familia al mes? ¿Cuánto gastan en comida los pobres? ¿A cuánto tienen derecho?
¿Mi aporte será un granito de arena? Pensá si es legítimo, por ejemplo, aportar el 5% de tus ingresos. ¿Te parece mucho? ¿Poco? ¿Qué proporción sería la adecuada para lograr lo que se propone el lema?
Otra pregunta que me hago es: si yo no tengo la obligación de aportar, ¿quién la tiene? ¿A quién le toca el compromiso?
La Beata Teresa de Calcuta decía “dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”.
Disculpá si te incomoda esta página o si te resulta impertinente. Pero se trata de ver a Jesús en los pobres.
Sabés lo claro y elocuente que es Francisco. Te dejo algunas pocas frases suyas para meditar:
“Sin la opción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día”. (EG 199)
“Pero queremos más todavía, nuestro sueño vuela más alto. No hablamos sólo de asegurar a todos la comida o un «decoroso sustento», sino de que tengan «prosperidad sin exceptuar bien alguno». Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. El salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común”. (EG 192)
“El imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace carne en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno”. (EG 193)

Te deseo un buen domingo. Damos gracias a Dios por la Peregrinación de la semana pasada del Papa Francisco a Tierra Santa. Recemos por los frutos espirituales y de paz.


Monseñor Jorge Eduardo Lozano


Fuente: diarioelargentino.com.ar

 

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