El agua apaga el fuego, pero el viento lo aviva. ¿Por qué al Espíritu Santo se lo asocia con el fuego, el agua y el viento al mismo tiempo?
El Espíritu Santo es fuego espiritual, porque, cuando se lo permitimos, Él quema nuestros males y los reduce a cenizas. Destruye el pecado, el egoísmo, la vanidad la tristeza.
Pero luego viene como viento, arrastrando esas basuras y cenizas que quedan todavía en el alma.
Y finalmente se derrama como lluvia, que termina de limpiar toda impureza. A veces es agua que cae suavemente; otras veces es un torrente lleno de ímpetu y furor, que arrasa lo malo con toda su potencia de santidad.
Nosotros a veces le exigimos al Espíritu Santo que venga a nuestra vida de determinada manera. Quisiéramos que cayera siempre como lluvia mansa, o preferiríamos siempre el calor del fuego, o desearíamos una brisa suave. Pero Él viene siempre de distinto modo, viene como a Él le parece. En realidad, viene como más lo necesitamos, aunque a veces no podamos comprenderlo, aunque nos resulte incómodo.
Pero es mejor dejarlo actuar como Él quiera, ya que Él sabe mejor que nadie lo que realmente nos hace falta para seguir creciendo.
Fragmento extraído de “Los Cinco Minutos del Espíritu Santo” Víctor Manuel Fernández- Editorial Claretiana
No te da igual si te busco o no no te da igual si estoy triste no te da igual…
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían…
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra…
En el Amor no hay lugar para la ansiedad porque ya no quiere uno devorar la vida, saltear etapas,…
Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que…