Alegría vs Rutina

jueves, 19 de junio de
image_pdfimage_print

Comúnmente ocurre que, conforme vamos creciendo y avanzando en edad, adquirimos más responsabilidades, planeamos más nuestro día, agendamos nuestras actividades, comenzamos la mañana de la misma manera que todos los días y los terminamos igual que los demás de la semana. Así, mientras más vamos siendo adultos más nos volvemos rutinarios. Cierto que crecer es inevitable e inherente al desarrollo humano, todos seguimos el mismo curso que no tiene otro significado más que el que, la vida continúa en un tramo inexorable de tiempo, un recorrido en el que, o actúas o dejas de ser.


Cuando era más pequeña me encontré en esta paradoja en la que, mientras que la vida seguía su marcha yo optaba por detenerme en la niñez, ¡absurdo!, de más está en decir que por más que trate no pude detener la ruta normal de todo lo que cambiaba en mí misma y a mi alrededor.


Verdad es que en aquel entonces tenía un pavor terrible a crecer por las implicaciones que contraía con ello. Crecer es aumentar. Biológica o físicamente sería aumentar en volumen, masa, estatura, etc. Pero a lo que yo temía era a vivir,  porque nadie puede crecer si no vive. Es decir, sólo es posible adquirir sabiduría y crecer en experiencias, viviendo.


La rutina hace la vida monótona y tiene un gran defecto, hace que con el tiempo perdamos de vista lo que queremos, que perdamos nuestros sueños y anhelos y que dejemos de vivir. Nos vuelve transeúntes insanos y aletargados al paso de esta vida nuestra en la que deberíamos estar creciendo exponencialmente. Muy trilladamente se usa la frase “vive al máximo” pero poco se comprende y es que no significa actuar desmedidamente o sin cabales sino crecer a tope, no en experiencias vanas sino en humanidad, es decir, ser lo que estás llamado a ser.


Ahora que, más que forzosamente he tenido que crecer por no desacompasarme con el curso natural de las cosas, me pregunto yo misma, cuándo cambie la música por los sollozos tristes, las flores por antipatía, la sonrisa por la mueca amarga y la mirada opaca, la amabilidad por indiferencia y rivalidad, cuándo opte por el silencio en vez de la conversación amena, por el miedo en vez de la temeridad, el rencor en vez del perdón, la infelicidad en vez de la alegría. Cuándo empeñe mi presente por mirar el pasado.


Alegría. Dichosa palabra. Mientras no dejemos de ser alegres la rutina no abrazará nuestras vidas por más que ordenemos nuestras agendas. La alegría espanta la rutina. Quien es alegre vive en el momento presente por eso se es quien debe ser. Darme cuenta de que soy una persona triste es el primer paso para cambiar el rumbo de mi vida. Nadie en el mundo tiene la facultad de anular a otro la libertad interior de decidir ser lo que quieres ser. Nadie te priva de ser alegre o ser triste, es decisión de cada quien. A pesar de las calamidades o los infortunios, eres responsable de llegar a ser lo que estás llamado a ser.       

 

Kristi Reyes