Evangelio según San Mateo 7,21-29

miércoles, 25 de junio de
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Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.


Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’. Entonces yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal’.

Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.

Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”.

Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas


Palabra de Dios




 P. Jorge Rodríguez de la Pastoral de Juventud de la Diócesis de Lomas de Zamora 


Queridos amigos de Oleada Joven: otro Jueves nos encontramos contemplando a Jesús en el Evangelio. Y hoy, ya terminando el sermón del Monte, Jesús nos planta frente a una disyuntiva: ¿sobre qué queremos edificar nuestra vida? La edificaremos ¿sobre roca o sobre arena? Esta no es una pregunta más. Esta es una de esas preguntas que son fundamentales porque lo que está en juego no es, nada más ni nada menos, que ese precioso regalo que Dios puso en nuestras manos que es nuestra vida.


Nuestra vida no nos es dada como fruto del azar sino como el regalo más grande que Dios pudo habernos hecho, y como un don y una tarea. Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros. Y ese sueño se nos es dado como don para que nosotros podamos descubrirlo. Y, al mismo tiempo, se nos es dado como tarea, como ese espacio en el que Dios necesita que nosotros pongamos nuestras manos, nuestra inteligencia, nuestros pies, nuestro corazón y todo lo que somos al servicio de ese sueño, para poder hacer de este mundo un mundo mejor.


Frente a todo esto, surge la pregunta: ¿Nos animamos a jugarnos el todo por el todo, en ese sueño maravilloso que Dios tuvo desde siempre para nosotros y que se llama vocación? ¿Nos animamos a plantar nuestra casa sobre roca? ¿Te tomas en serio tu amistad con Jesús? No te apures en contestar estas preguntas. Pensalo. Porque si te animas a edificar sobre roca, va a ser lo mejor que podes hacer. Va a ser difícil, pero Jesús siempre va a estar con vos para ayudarte a que puedas desarrollar tu vocación, para que puedas encontrar tu lugar en el mundo y poner al servicio de los demás esos dones que Dios te regaló.

 

Oleada Joven