Evangelio segun San Marcos 2 , 23-28

lunes, 17 de enero de
image_pdfimage_print


Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: "Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?" Él les respondió: "¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros." Y añadió: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado."

 

Palabar de Dios

 

 


 

Monseñor Fernando Maletti  Obispo de la Diócesis de Bariloche



 




Con gusto les comparto, algunas reflexiones del Evangelio del día de hoy, Marcos 2, 23-28 donde encontramos que los sorprenden a los Discípulos haciendo algo que no se podía el Sábado, cortando espigas en el camino, el remate catequético de Jesús. El Hijo del Hombre es dueño también del Sábado.



Jesús es presencia de Dios, ciertamente que su paso y sus palabras consolaban y confortaban. Él vino a curarnos las heridas y a aliviarnos las cargas, y si veía algún indebido, aunque fuera Sábado, le decía levantate; y si veía algún herido, aunque fuera Sábado, lo curaba; y si veía algún encorvado, le decía ponete derecho; y si veía algún entristecido, le decía, alégrate. Porque el Sábado esta el servicio del Hombre y el Hijo del Hombre, es decir Jesús, es dueño del Sábado.



Jesús nos quiere decir, queridos chicos y chicas, que Él quiere que seamos felices, que Dios quiere nuestro bien, que no le tengamos miedo, que si nos hacemos pequeños, no agrandados y creemos, no incrédulos, Él nos garantiza que nos va a salvar. La felicidad no consiste en vivir un mundo inexistente, en soñar con lo inalcanzable, en ganar mucho dinero, o tener muchos éxitos, la felicidad consiste en amar y ser amados. Y para esto no hay frontera, ni la frontera del Sábado, cuando sintamos que Dios nos ama intensamente, vamos a ser inmensamente feliz, cuando ninguneemos a Dios, cuando le demos la espalda, cuando vivamos una fe de palabras, pero un ateísmo práctico, nos estamos hundiendo.



Chicos y chicas jóvenes, somos pobres, pero porque no tenemos nada, somos muy frágiles, pero si experimentamos que Dios nos ama, vamos a ser felices. Estamos enfermos, quizá no de una enfermedad física, quizá sí, pero quizás no. Estamos tristes o estamos apesadumbrados, o atribulados, o despistados, o estamos deprimidos, pero si experimentamos el dolor de Dios, vamos a ser dichosos y nos vamos a sentir curados. A veces sufrimos, pero lloremos con mansedumbre, nuestras lágrimas, cuando nos sentimos solos, que nadie nos quiere, que nadie se ocupa de nosotros, que no les interesamos a los demás, convirtamos esas lágrimas en oración, vamos a ser dichosos solamente cuando comulguemos con Dios.



Por eso también nosotros, agarremos espigas en el camino y dejemos que Jesús nos cure también en Sábado. Cuando nos ofenden y nos menosprecian, sintamos que Dios nos estima, porque nos sentimos dignificados por el único que nos da dignidad, que es Dios, que nos hizo a su imagen y semejanza.

 

Y por eso, si somos jóvenes que no se enganchan con las adicciones, o que queremos realmente una no violencia activa, aunque se rían de nosotros, sepamos que Dios no amenaza, bendice, seremos dichosos como un hijo de Dios. Por eso cuando perdonamos y somos misericordiosos, aunque se abusen de nosotros y nos tomen el pelo, si sabemos que Dios es pura misericordia, vamos a ser felices, dichosos, y si somos limpios de corazón, frente a un mundo que nos enseña lo contrario y que nos da armas para tener un corazón ensuciado. Y aunque nos engañen muchas veces con propuestas que nos llevan a ser cada vez menos felices, vivamos en la verdad, queremos a Dios y seremos dichosos.


Yo quisiera que todos ustedes vuelvan a releer despacito en sus casas, este trozo de Marcos 2, 23-28 porque ahí vamos a encontrar ciertamente, como Jesús para amarnos, curarnos y darnos lo que más necesitemos no tiene fronteras, no tiene límites, no hay estructura que lo frene.



Que Dios los bendiga.

 

 

 

Oleada Joven