Evangelio según San Marcos 3 , 1-6

martes, 18 de enero de
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En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga y había allí un hombre que tenía la mano atrofiada. Lo estaban acechando para ver si lo sanaba en sábado, y tener así un motivo para acusarlo. Jesús dijo entonces al hombre de la mano atrofiada:«Levántate y ponte ahí en medio».Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida o destruirla? »Ellos permanecieron callados. Mirándolos con indignación y entristecido por la dureza de su corazón, dijo al hombre: «Extiende la mano». El la extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se pusieron de acuerdo con los herodianos para planear el modo de acabar con él.

Palabra de Dios.

 

 


 

Monseñor Santiago Olivera  Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje

 




En el Evangelio de Marcos de hoy vemos la escena de la curación de Jesús a un hombre que tenía la mano paralizada, Él vuelve a hacer presente la controversia sobre curar en sábado. Este hombre está allí con la mano paralizada y Jesús apenas entra a la sinagoga le presta atención. Aquí descubrimos como los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sábado. Esta mirada, esta observación de los fariseos es un poco miope porque no supieron captar y observar realmente a Jesucristo. Conmueve la maravillosa pedagogía de Jesús en este texto con la pregunta clave que pone de frente: ¿Está permitido en sábado hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o perderla? Muy develante. Claro que todos ellos han callado porque el bien no hay dudas debe ser realizado, y Jesús cuando pasa por nuestras vidas pasa haciendo el bien. Así como entendían los escribas y los fariseos la ley sabática no era el plan de Dios, en este sentido, en esta manera que tenían de verla los escribas y fariseos era una ley inhumana y no puede ser así en el plan de Dios, porque aquí primó el ritualismo de la ley y no la ley que está para el bien, para el servicio, el amor a Dios y el respeto a Dios y el servicio a los hermanos. Vamos a pedirle al Señor entonces que nos ayude tener siempre una mirada amplia, una mirada abierta, una mirada como la de Jesús que pasa haciendo el bien, y descubrir entonces que también el Señor puede curarnos de nuestras enfermedades. Muchas veces podemos estar paralizados. Paralizados porque no saludamos. Paralizados porque no nos encontramos con el otro. Paralizados porque no queremos dar el brazo a torcer. Paralizados porque tantas cosas nos paralizan para andar, para caminar, para vivir la vida como Dios quiere. Vamos a dejarnos tocar por el Señor, vamos a ponernos delante de Jesús, y Él de lunes a lunes pasará por nuestra vida haciendo el bien.


 

 

 

Oleada Joven