En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.
Palabra de Dios
Monseñor Eduardo Martín Obispo de la Diócesis de Rosario
En este Sábado, el evangelio, citando al Profeta Isaías, nos vuelve a decir: ¿Quién es Jesús? ¡Esté es mi servidor, a quién elegi! Mi muy querido en quién tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre Él y anunciará la Justicia a las Naciones, no discutirá, no gritará y nadie oirá su Voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia y las naciones pondrán sus Esperanzas en su Nombre.
Cristo, es el Amado del Padre, por que esta sería la voz del Padre. Éste es mi Hijo muy Amado en quien tengo puesta mi predilección ¡Escuchalo! Dirá también otros Evangelios, citando esta misma frase de Isaias: ¡Es el Padre, Cristo es el Amado del Padre! Y en Cristo, somos todos también Amados por el Padre y también así, Amados por el Padre en Cristo Jesús.
También estamos llamados como Él, a anunciar la justicia a las naciones y a derramar esa misericordia que se expresa aquí en las palabras que, Él no quebrará la caña doblada, ni apagará la mecha humeante. Esto quiere decir, que aquello que esta frágil, aquello que esta a punto de caerse, no viene Cristo para romperlo, viene para sanarlo. Que esa vela que tiene la mecha humeante que todavía le queda una brasita para encenderse el fuego, viene no para apagarla sino, para darle “Vida Nueva”.
Abrámosle el Corazón a Cristo si estamos en esta situación de fragilidad o a punto de caer y invoquemos su nombre que Él ciertamente nos dará ese vigor, esa fuerza y sanará nuevamente nuestras vidas. Pero, a su vez, también seamos nosotros instrumentos de esa misericordia y también para con nuestros hermanos, seamos también esa mano tendida, ese gesto fraterno que les muestre el Amor de Dios, su misericordia y le haga retomar la esperanza en el camino de la vida.