Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron. Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.
Palabra de Dios
P Raúl Goméz
La Liturgia nos sigue presentando en el Evangelio de San Mateo, la enseñanza de Jesús, a través de las Parábolas.
Este mensaje que Jesús quiere que llegue a todos los hombres, que el Señor sigue anunciando a todos los hombres.
En el contexto que hoy el Evangelio nos regala, vemos como Jesús se encuentra con la Multitud y comienza a enseñarles, a hablarle del Reino de Los Cielos, de todo lo que significa el Reino de Los Cielos para ellos.
Jesús le dice a la multitud, a nosotros tambien que “El Reino de los Cielos, se parece a un Tesoro escondido en un Campo. Si un Hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder y lleno de Alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.” Asi también, tiene que ser nuestra vida cuando nos encontramos con el amor del Señor. Debemos estar dispuestos a renunciar a todo aquello que nos separa del Señor para poder adquirir esta Gran Alegría, este Gran Tesoro, que es el Señor, para nosotros. Porque haber encontrado al Señor es nuestro Gozo, nuestra alegría.
Jesús nos dice que el Reino de los Cielos se manifiesta en lo simple, en lo sencillo, en lo cotidiano. Pero, también implica y busca de nosotros una respuesta concreta, radical, es decir, cuando nos hemos encontrado con el Señor, ya todo lo demás es secundario. Por lo tanto, tendríamos que descubrir que el Señor se presenta como el Principio, la meta, como el fin de nuestras vidas.
El mensaje de Jesús, es un mensaje simple, pero sobre todo, un mensaje que tiene una profundidad que viene a llenar nuestro corazón de gozo, de esperanzas y sobre todo de felicidad. Porque hemos sido creados para ser felices.
Nuestra vida tiene que ser, como esta búsqueda de este Tesoro, de este hombre que se dedicada a vender perlas finas, dice el texto bíblico, y al encontrar una de gran valor, vende todo lo que posee, todo lo que tiene, para poder adquirirla , alcanzarla.
También nosotros estamos llamados cada día, cada mañana a poder entregar todo lo que tenemos para Gloria de Dios, sobre todo, para adquirir este Reino de los Cielos. Y uno, podría decir : ¿Qué es el Reino de los Cielos? El Reino de los Cielos es todo lo que Dios tiene para ofrecernos.
Hoy estamos siendo llamados a adquirir este Reino de esperanza, de amor de Dios, que se ofrece, de un amor que nos levanta, que nos transforma, que nos invita a una vida nueva, una vida Renovada entorno al Señor.
Pidamosle en este día, al Señor de la vida que realmente podamos venderlo todo para adquirir este Gran Tesoro, el Tesoro que Él mismo a permitido que podamos encontrar y sobre todo que podamos ser realmente, plenamente felices.