¡Oh Padre! enviaste a Tu Hijo Eterno
para salvar al mundo y elegiste
hombres y mujeres para que,
por Él, con Él y en Él proclamaran
la Buena Noticia a todas las naciones.
Concede las gracias necesarias para
que brille en el rostro de todos los
jóvenes la alegría de ser, por la
fuerza del Espíritu, los evangelizadores
que la Iglesia necesita en el Tercer Milenio.
¡Oh Cristo! Redentor de la humanidad,
Tu imagen de brazos abiertos en la
cumbre del Corcovado acoge a todos los pueblos.
En Tu ofrecimiento pascual, nos condujiste
por medio del Espíritu Santo al encuentro
filial con el Padre. Los jóvenes, que se
alimentan de la Eucaristía, Te oyen en
la Palabra y Te encuentran en el hermano,
necesitan Tu infinita misericordia para
recorrer los caminos del mundo como
discípulos misioneros de la nueva evangelización.
¡Oh Espíritu Santo! Amor del Padre y del Hijo,
con el esplendor de Tu Verdad y con el fuego
de Tu amor, envía Tu Luz sobre todos los jóvenes
para que, impulsados por la
Jornada Mundial de la Juventud, lleven a los
cuatros rincones del mundo la fe, la esperanza
y la caridad, convirtiéndose en grandes constructores
de la cultura de la vida y de la paz y
los protagonistas de un nuevo mundo.
(Aci.net)