Evangelio según San Mateo 13,44-46

martes, 29 de julio de
image_pdfimage_print

Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”


Palabra de Dios




 


P. Cristian Salomón Sacerdote de la Parroquia Santa Teresa de Jesús, de Santa Teresa, Diócesis de Rosario

 

Buen día, buen día. Jesús nos sigue hablando y enseñando por medio de párabolas el Reino de Dios. Hoy Jesús nos dice que el Reino de los cielos es como un tesoro escondido en el campo, que un hombre encuentra y vende todo, con alegría, para poder comprar el campo. También a un negociante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, vende todo, también con alegría, para comprarla.

En las párabolas previas, nos enseñaba Jesús, como es el Reino de los cielos, como crece, como transforma; hoy nos enseña como debe responder el creyente ante este Reino de Dios, ante su presencia.

Ante el hallazgo, el valor de lo que encontraron, el campesino y el negociante venden todo lo que tienen, porque vale la pena, porque se han llenado de alegría, porque se han colmado sus expectativas.

Que bueno que el Reino de Dios, que siempre vale la pena, siempre esté allí presente para ser buscado, para ser encontrado. Cuánto más lindo sería, que nosotros lo estemos buscando, para llenarnos de alegría, para colmar nuestra vida.

La buena noticia de este día es que el Reino de Dios, Jesús mismo, está aquí, está entre nosotros, vale mucho la pena encontrarlo y jugarse totalmente por él.
La tarea será entonces, tener un corazón inquieto y audaz, para buscarlo y jugarse por él.

Sucede, sin embargo muchas veces, que adormecidos y cómodos por todo lo que se no dice y muestra, propone y ofrece, hemos perdido la capacidad de búsqueda, asombro y de alegría contagiosa, de que algo nos interese y por tanto de jugarnos por lo que vale la pena. Si hemos tenido la gracia de encontrarlo, por la costumbre, muchas veces, hemos perdido la capacidad de contagiar, de irradiar la alegría de haber encontrado a Jesús y su Reino.

Me surgen dos preguntas ¿Búsco a Jesús y su Reino o estoy adormecido y cómodo? ¿Mi vida se caracteriza por la alegría y el gozo contagioso, de haber encontrado a Jesús?

Señor Jesús, seguí llamándonos, seguí hablándonos, para fascinarnos con tu voz y tu vida, para seguir jugándonos por vos y seguir construyendo tu Reino.


Que tengas lindo día, Dios te bendiga.

 

 

Oleada Joven