Evangelio según San Mateo 17,1-9

lunes, 4 de agosto de
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Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado .Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.


De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”.


Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”.Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.


Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.



Palabra de Dios






P. Cristian Salomón Sacerdote de la Parroquia Santa Teresa de Jesús, de Santa Teresa, Diócesis de Rosario 

 

 

Buen día, buen día, celebramos hoy, la transfiguración de Jesús, en el monte Tabor, en presencia de tres de sus díscipulos.

Después de que Jesús les anunciara, a los doce, la Pasión y las condiciones de renuncia total para seguirlo, Jesús toma consigo a tres de entre ellos, Pedro, Santiago y Juan, y los llevó al monte, para orar. Mientras los díscipulos compartian la oración, Jesús se transfiguró; su Rostro, sus vestiduras se vuelven resplandecientes, aparecen Moíses y Elías, también la voz del Padre, diciendo, “Él es mi Hijo predilecto, escuchenlo”. A ésta experiencia, los discípulos, la viven con gozo, asombro y también con miedo y es por eso que Jesús los invita a levantarse, a no tener miedo y mientras vuelven le pide no decir nada hasta después de la resurrección.

Que linda experiencia de Jesús, de Dios, viven los discípulos, seguramente que ella marcó a fuego sus corazones y también junto a la experiencia de la resurrección, los sostuvo y los afianzó en muchas situaciones a lo largo de sus vidas. Sin comprender del todo lo que estaba sucediendo, por lo grandioso de la situación, estaban experimentando el encuentro con el Dios Vivo que marcaría todas sus vidas y su misión.

Me vienen al corazón, momentos, experiencias, situaciones de encuentro con Jesús Vivo que tambien marcan, sostienen, afianzan mi fe, mi vida en Jesús. Siempre Jesús está presente, lo sabemos, lo creemos; en la Eucaristía, en los enfermos, en los pobres, en cada situacion de nuestra vida. Sin embargo, Él nos regala también a nosotros, muchas veces, de modo especial, la gracia de poder experimentar que esta vivo y nos comparte su vida.

El Padre R. Cantalamesa, nos dice: El hombre se convierte en aquello que contempla. Contemplando a Cristo nos hacemos semejantes a él, permitimos que su mundo, sus objetivos, sus sentimientos, se impriman en nosotros, sustituyan a nuestros pensamientos, objetivos y sentimientos, nos haga semejantes a él […] El Tabor ha sido la inauguración y sigue siendo la llamada más fuerte a esta contemplación de Cristo que transforma. Es, por excelencia, el misterio de la contemplación de Jesús”1

En muchas ocasiones, nos cuesta reconocerlo presente, vivo, operante, porque estamos pasando por momentos de dolor, de duda, de temores, incluso de debilidad y falta de fe. Que bueno que puedas traer al corazón, recordar, tus encuentros íntimos con Jesús, con Dios, y si todavia no pudiste experimentarlo, pedir a Jesús, que te lleve consigo, a su corazón, que puedas experimentar su vida. Que puedas encontrarlo.

Cuanto mejor sería si además, pudieramos vivir mostrando en nuestro rostro, en nuestra vida, la alegría de habernos encontrado con Él, Que su Rostro resplandezca en toda nuestra vida.

Que tengas lindo día, Dios te bendiga.

 

 

Radio Maria Argentina