Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: “Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua.Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar”.
Jesús respondió: “¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí”. Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado.
Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. “Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí a allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes”.
Palabra de Dios
P. Juan Martinez
El evangelio de hoy se sitúa inmediatamente después del relato de la Transfiguración en la que Jesús ha dejado manifestar la divinidad en la luminosidad que describe el pasaje. Al bajar se da el relato que acabamos de escuchar, una experiencia exigente que ha desafiado a los discípulos y cuantos estaban cerca.
Si atendemos a los personajes del evangelio, junto a Jesús aparece el padre del joven epiléptico, el mismo joven, los discípulos y aquellos a quienes Jesús se refiere en un sentido general cuando habla de generación incrédula.
La necesidad está representada en el joven que requiere de la acción de Jesús que lo alivie, libere, sane de aquello que lo atormenta y le preserve la vida cuánto lo pone en riesgo.
Llama la atención el contraste entre la actitud del padre que se arrodilla ante Jesús y lo llama Señor, unido a esto la súplica “ten piedad”, todo habla de una actitud de confianza, de fe en quien tiene la capacidad de darle a su hijo aquello que necesita.
Por otro lado los discípulos con su fallida intervención a la hora de liberar al joven y los otros que en la expresión generación incrédula se manifiesta la incapacidad de recibir y por lo tanto de comunicar la potencia de vida de la que es portadora Jesús.
Será el mismo Señor quien pone en el centro de la escena la cuestión de la fe. Al decir a los discípulos si tuvieran fe como un grano de mostaza y añade la imagen de trasladar montañas que en Is 40,4 o Zac 14,10 se asocia para anunciar los tiempos mesiánicos, reconociendo la presencia del que haría florecer la vida. Para terminar en el versículo 20 de hoy “si tuvieran fe … nada sería imposible para ustedes”.
Asumiendo nuestros desafíos de tanta vida golpeada, necesitada pidamos al Señor la fe que sea capaz de aliviar a otros. Aunque la realidad es grande nos basta una fe como el grano de mostaza, pequeña pero con gran potencia de vida. Y aún así cuando la acción no sea tan fecunda que nos inspire la actitud del padre del joven del evangelio de hoy. De rodillas, intercediendo por aquellos de los nuestros que la pasan mal de tantas maneras.
El Señor te bendiga y que la Palabra de hoy nos anime a la fe y nos inspire aliviar a los hermanos.