¡Oh pobreza bienaventurada, que da riquezas eternas a quienes la aman y abrazan!
¡Oh pobreza santa, por la cual, a quienes la poseen y desean, Dios les promete el reino de los cielos (cf. Mt 5,3), y sin duda alguna les ofrece la gloria eterna y la vida bienaventurada!
¡Oh piadosa pobreza, a la que se dignó abrazar con predilección el Señor Jesucristo, el que gobernaba y gobierna cielo y tierra, y, lo que es más, lo dijo y todo fue hecho!
Santa Clara de Asís