El sábado 9 de agosto se llevó adelante el Megafestival “Cantamos por el deporte” con la participación de grandes artistas que llenaron de color y música el gran salón del colegio San José de las Hermanas Dominícas. El frío del invierno no fue impedimento para que los más de 1000 participantes vivieran una calurosa jornada en el Espíritu.
El festival comenzó a las 19,30 con la presentación de una banda local compuesta por jóvenes focolares que alzan vuelo. Con una mezcla de rock y pop éstos jóvenes musicos buscan “transmitir un cambio social positivo a través de nuestra música y letras”.
Así comenzaba esta larga jornada que tendría todos los condimentos. Luego tuvo lugar la participación de Athenas Vénica, que llegada desde Buenos Aires, hizo vibrar a todos los presentes con su entusiasmo y unción. “Que todo lo que hagan sea para mayor gloria de Dios” gritó a los cuatro vientos en el escenario, mientras bailaba con su banda de músicos integrada por artistas locales. Allí se vivió uno de los momentos más emotivos de la noche cuando las luces mermaron, comenzaron a sonar débiles acordes y Athenas entonó “Cristo Reina”.
A “callejear la fe”
El Padre Javier Soteras, director de Radio María Argentina, sorprendió nuevamente dejando a los presentes boquiabiertos… es que con gran emoción, que se trasladó a sus ojos y a su voz entrecortada, habló sobre los jóvenes que cargan sobre sus hombros a otros jóvenes para brindarles espacios de oportunidades y contención a través de las escuelas de fútbol sociales que propone Hombre Nuevo. “Este encentro es un apoyo y un acompañamiento a éste proyecto. Para todo lo que vamos a hacer no alcanza, pero no nos importa porque sí alcanza la belleza del arte y de la música, en este caso traducida en adoración y alabanza, en acción de gracias. Esta noche es una noche de belleza juvenil que busca llegar a otros jóvenes. Como decía uno de ellos en éstos días previos hablando de esta noche: “Sólo la belleza salvará al mundo”.
La noche seguía sumando temperatura, se la vivía con intensidad y ardor, y eso que todavía quedaba mucho más por delante. Le tocó el turno al rosarino Pablo Martínez que llegaba a Córdoba por primera vez. Con mucha sencillez, este gran catequista despertó la participación de cientos de jóvenes que se acercaron a los pies del escenario para hacer la coreo de “Ven y verás”. “¿Quién cree que el Señor es groso? ¿es maravilloso? ¿es grandioso?” preguntó Pablo Martínez a lo que el público contestó con palmas y euforia. Luego llegaría la invitación a poner todo en manos de Dios con el tema “abandonado”, para luego salir a “callejear la fe” respondiendo a la invitación del Papa Francisco.
Los jóvenes y el voluntariado También hubo un espacio de anuncio de la Palabra en donde el Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita cordobés, reflexionó en torn a los “jóvenes cansados y muchas veces aburridos de la vida antes de empezarla a vivirla; jóvenes que están de vuelta sin haber llegado a ninguna parte; jóvenes biológicamente juveniles pero espiritualmente envejecidos, frágiles de voluntad, pigmeos de ideales y sin garantías de futuro”.
Desde allí, el P. Ángel hizo una fuerte exhortación: Jóvenes ayuden a sus amigos y a aquellos a los que les toca servir, a salir de la cárcel de la indiferencia y de la desesperanza, ayuden a resucitar en otros jóvenes la ilusión por la vida. Y éste es el desafío del voluntariado bajo la forma que sea el servicio que nos toque. El voluntariado es cosa del corazón y exige meter el corazón sin reservas, aún a precio muchas veces de dejar girones del alma en el intento. (…) Sabe que el brindarse a otro no puede ser un hobbi ni una actividad para llenar espacios libres, sino que el entregarse se vuelve un modo de vida, una opción en donde quedan muchas cosas sacrificadas. El voluntario sabe que el otro, como decía Hurtado, es Cristo.
(…)En fin habrá que convencerse que es tiempo de salir a la calle a ponernos en camino hacia los otros, de salir de la sacristía y de los salones vip, decía el Papa. De ir a la gente a llevar una palabra de aliento, a escuchar, a consolar, a acompañar, a tender manos… éste es el desafío. Es tiempo de salir de sí mismos, de dejar de preguntar obsesivamente quién soy para pasar a preguntar qué podemos hacer por los demás. Es tiempo de dejarnos decir por el Señor “te necesito”, para ser puente de unión de tu casa; “te necesito” para mostrar que el mal puede ser vencido, “te necesito” para suavizar las penurias, para poner un poco de fresco en las heridas…. “te necesito” para que ejerzas tu profesión en zonas olvidadas.
Martín Descalzo decía que la peor obra es la que nunca empezamos y la mejor es la que vamos a soñar mañana. Asique, les digo con Mario Benedetti “no te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo”.
Muchas voces con un mismo corazón
Más de cien jóvenes coparon el escenario: el coro juvenil de los capuchinos nos deleitó con sus melodías hechas oración y alabanza. Su director, Emmanuel Báez, en una carrera contra el tiempo, preparó algunas versiones especiales para este evento que reveló el gran profesionalismo de los jóvenes que emocionados lucían sus vestimentas azules. Invitaron a volver al escenario a Athenas Vénica con quien interpretaron “Digno de alabarte”.
El Coro Capuchinos también acompañó a Maxi Larghi alcanzando una emocionante sinfonía, llena de fuerza y corazón. El público presente y los miles que escuchaban el Megafestival a través de Radio María Argentina en todo el país, vivieron con gran emoción el momento en que cantaron “Sal y Luz” que casi se convirtió en un enganchado del tema que siguió dedicado a la Virgen, “Se llama María”.
Luego llegaría el momento cúlmen de la noche, con la presencia del Santísimo, y la oración espontánea con que el Padre Cristian Weschler, de la Sociedad San Juan, y un grupo de jóvenes, acompañó el momento de adoración eucarística. Fueron pocos minutos de adoración, pero vivídos con gran intensidad que fueron recogiendo todo lo vivído durante la noche.
Una noche de música y fe
El cierre quedaría en manos de “Metanoia”, una banda con muchos años de experiencia, que hicieron levantarse de sus sillas a los espectadores para bailar y acompañar con palmas las melodías. La canción “Sopla” sin lugar a dudas llegó al cielo como súplica cargada de fe y esperanza, junto a “Pequeña alma” que estuvo dedicad al P. Javier Soteras, quien subió al escenario para inciar el cierre del encuentro.
La canción “El vive” interpretada por Metanoia, Pablo Martínez, Athenas Vénica y algunos de los jóvenes del Coro Capuchinos, fue el broche de oro para una fiesta de la música, de la fe, del encuentro y de la solidaridad.
Fuente: Radio Maria Argentina