Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: “Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos”.
Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
Palabra de Dios
P. Juan Martinez
Buen día amigos de Radio María en este sábado de agosto, con fin de semana largo, que a la mayoría nos regala un tiempo distinto, le hacemos lugar al Señor viene a nuestro encuentro con su Palabra. El Evangelio de Mateo que acabamos de escuchar, nos acerca una escena cargada de ternura y de enseñanza honda de cara al Reino. Con ocasión de que acercan unos niños a Jesús para que los bendiga cuenta que el Evangelio que los discípulos los reprendieron.
Lo primero a destacar es que Jesús es presencia de Dios que cuida a los pequeños sean los enfermos, los pobres, lo más alejados y también los niños. Porque sabemos que el rol de los niños en la vida social de los tiempos de Jesús no era tan valorado: no opinaban, no tenían dinero, peso político ni eran consultados. En esto es bueno valorar tantos esfuerzos que nos han permitido alcanzar no solo derechos sino que también posibilidades para los niños en este tiempo y asumimos que hay mucho por conquistar aún, son enormes los desafíos que la realidad nos acerca y que nosotros los discípulos de Jesús no solo no debemos atender sino que debemos asumir en términos del evangelio de hoy bendecir, decir el bien, cuidar, proteger .
Pero con ocasión de lo anterior, Jesús deja una enseñanza a los discípulos “porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos”. Y acá tenemos un dato los discípulos de Jesús que no debiéramos descuidar. En la confianza irrestricta que manifiesta el niño para con quien con lo cuida hay un valor del Reino para quien sigue a Jesús. Esta cualidad debería darle a nuestros pasos creyentes en la certeza del amor del Padre que nos ha dado la vida, de Cristo que se ha hecho uno de nosotros para llevarnos al Padre y del Espíritu Santo que sostiene y alienta nuestro andar en la voluntad de Dios.
Confiados en que el Señor no abandona a los pequeños, asumamos nuestro compromiso de continuar su obra y pidamos la gracia de crecer en la confianza sin límites propia de los discípulos del Reino.
El Señor te bendiga y que tengas una buena jornada.