Evangelio según San Mateo 19,16-22

viernes, 15 de agosto de
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Luego se le acercó un hombre y le preguntó: “Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?”.


Jesús le dijo: “¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos”.


“¿Cuáles?”, preguntó el hombre. Jesús le respondió: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio,honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo”.


El joven dijo: “Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?”.


“Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.


Palabra de Dios




P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay 

 

 

La Providencia ha querido que el Evangelio de hoy venga acompañado de la celebración de la Fiesta de San Alberto Hurtado, sacerdote jesuita, chileno, fundador –entre otras cosas- del Hogar de Cristo.

 

Si hay algo que marca la vida y obra del P. Hurtado es justamente haber ido a fondo en el despojo, en el abandono de sí mismo por el servicio a los más necesitados.

 

A propósito de esta radicalidad en pos del seguimiento de Cristo, permítanme compartir con ustedes una escena de la vida del Hurtado joven, del Hurtado universitario, es decir, del Hurtado todavía no jesuita y mucho menos ‘santo’…

 

Cuento corto: Hurtado viene de tener una excelente carrera universitaria y la cierra con una tesis y una “defensa de tesis” brillante. Por contactos, por apellido, por currículum, por todo… el futuro del joven abogado se presente envidiable a los ojos del mundo… Sin embargo, Hurtado elije el camino del despojo, toma el camino del seguimiento radical de Cristo. Hurtado, en la cresta misma de la ola, se juega su vida entera y se mete a jesuita.

 

Tal ruido causó su decisión que fíjense lo que se escribe de él en una Revista Universitaria de la época (aviso que éste es un testimonio de inestimable valor, porque no está escrito después que Hurtado muere, o funda el Hogar de Cristo, o “pinta para santo”… sino que está escrito el mes en que Hurtado con 22 años (más o menos) decide su ingreso a la Compañía de Jesús)… el artículo dice así:

 

“Después de haber cursado con el mayor éxito la Facultad de Leyes y de haber obtenido brillantemente su título de abogado, con nota máxima de la Corte Suprema y la distinción unánime de la Universidad Católica, Alberto Hurtado, nuestro amigo, el amigo de todos los jóvenes católicos, el amigo de pobres y ricos, partió al noviciado de la Compañía de Jesús… con el mérito de abandonarlo todo, cuando todo podría haberlo tenido”

 

Repito: “Hurtado partió… con el mérito de abandonarlo todo, cuando todo podría haberlo tenido”. La frase es notable y, a la luz del Evangelio de hoy, debiera interpelarnos especialmente a nosotros. ¡Sí! El joven Alberto Hurtado, se animó al despojo, se animó a la ofrenda de sí mismo, se animó a la radicalidad y, con el testimonio de su vida, reescribió el Evangelio del joven rico, viviendo no ya para sí mismo, sino para Aquel que lo llamaba a darlo todo por los pobres.

 

El P. Hurtado supo ser un joven rico totalmente distinto al del Evangelio, porque el P. Hurtado supo ver siempre en el pobre a un hermano, a alguien que debía priorizarse incluso por encima de uno mismo. Hurtado supo ver en los pobres, además, a Cristo mismo en persona. Por eso nos interpela este santo siglo XX, cuando nos dice:

 

“Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados… Cristo, acurrucado bajo los puentes en la persona de tantos niños. ¡Cristo no tiene hogar! ¿No queremos dárselo nosotros?… El prójimo, el pobre en especial, es Cristo en persona… Despreciarlo es despreciar a Cristo… Debemos tener devoción por el pobre… Que los detalles para dignificar al pobre sean lo más importante; que Cristo tenga menos hambre, menos sed, que esté más cubierto gracias a nosotros… ¡Sí! Éste es mi último anhelo: que se haga una cruzada de amor y respeto al pobre… porque el pobre es Cristo, Cristo desnudo, Cristo con hambre, Cristo sucio, Cristo enfermo, Cristo abandonado. ¿Podemos quedarnos indiferentes? ¿Podemos quedarnos tranquilos?…”.

 

¡No! No podemos y no queremos quedarnos tranquilos e indiferentes. Por eso queremos hoy reescribir también nosotros el Evangelio del joven rico animándonos a darlo todo por Cristo, animándonos a darlo todo por los pobres… Porque el pobre, no lo olvidemos jamás ¡el pobre es Cristo!

 

¡Amén!

 

 

Radio Maria Argentina