Evangelio según San Mateo 1,1-16.18-23

martes, 2 de septiembre de
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Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.

Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.

Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías;
Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob.Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. 


Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”.


Palabra de Dios




 


P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay

 

 

Hoy celebramos la Natividad, el nacimiento de la Santísima Virgen María. En este contexto, la liturgia nos ofrece la genealogía de Jesús, según la versión de Mateo. Siguiendo esta catarata de nombres, que acaban en José y María, encontramos varias enseñanzas. Por motivos de espacio y tiempo, les invito a concentrarnos en tres.

Primera enseñanza: Dios ha preparado la historia. Se preparó un pueblo, algo así como una Casa, una morada, un lugar donde “acampar” y dentro de ese pueblo se preparó una cuna: llamada María. Sí, Dios no improvisa…

Nuestra historia, la historia de la humanidad, es “Historia de Salvación”, está toda ella atravesada por la mano de Dios. Jesús, que significa “Dios salva”, viene a cumplir con esa voluntad salvífica del Dios de la historia. Este Dios, no ha improvisado, sino que con paciencia ha ido formando un pueblo capaz de acoger su venida y, en María, ha tenido el gesto más hermoso de todos: se ha construido una cuna. María es eso, es una de nosotros, una mujer que ha sido capaz de anidar al Dios de la Vida. Acunando a Jesús, María nos enseña a acunar la historia, a darle sentido, a redimirla. Nuestro Dios, entonces, no ha querido estar ajeno a nuestra historia como humanidad, como no ha querido, ni quiere estar ajeno a nuestra biografía particular. De lo que se trata, entonces, es de aprender de María a acunar a este Dios que quiere poner su carpa en medio de nuestra historia, que quiere encarnarse en medio de nuestra biografía.

Segunda enseñanza: en María tenemos, un nuevo comienzo. Los exégetas y teólogos nos regalan un dato hermoso que pasa desapercibido en la genealogía de Jesús. A lo largo y ancho de toda la historia, se van sucediendo uno tras otro innumerables engendramientos: “Abraham engendró a Isaac, que engendró a Jacob, que engendró a Judá…”, etc., etc. Pues bien, en Jesús, todo cambia, con María todo cambia. No será un hombre quien “engendre” a Jesús, sino que será el mismísimo Dios, en el Espíritu Santo, quien engendre a este niño. Así, con este curioso signo, Dios nos está diciendo que algo nuevo empieza, que algo totalmente distinto será dado a luz. En María, entonces, tenemos los cristianos el modelo de un nuevo comienzo. Si queremos hoy comenzar algo nuevo en nuestras vidas, nada mejor que ponerlo bajo el amparo de María. Ella sí que sabe de cosas nuevas, ella sí que sabe de acunar lo nuevo, de concebir lo distinto, de alumbrar la Vida Nueva.

Tercera enseñanza: María y José, a la altura de lo imprevisto. Los llamados “Evangelios de la infancia”, es decir, Lucas y Mateo (capítulos uno y dos), están atravesados por la imprevisión. María y José, deben hacer espacio en sus vidas a lo no-previsto, a lo no-calculado, a lo que escapaba a su dominio. Y lo lograron. Así, estuvieron a la altura de una Misión que, claramente, los desbordaba por todos lados ¿Y tú, y yo? ¿Cómo respondemos a Dios cuando nos visita con imprevistos, cuando nos propone cosas que parecen ir más allá de nuestros planes, de nuestros cálculos, de nuestras fuerzas? ¿Sabemos, como María, como José, abandonarnos en Dios, confiar en Él y decirle “SÍ”? María y José, además, irán preparando la llegada de Jesús ¿Y tú, y yo? ¿Preparamos la llegada de Jesús? Muchas veces puede que nos perdamos la Encarnación, que nos perdamos a Cristo viniendo a habitar en nosotros, porque no preparamos la “cuna”, porque no preparamos la historia, porque nos olvidamos de prepararle un lugar. Recordarán que los posaderos de Belén, no pudieron ver al niño, porque no tuvieron lugar para él. María sí lo tuvo… Hacerle espacio a Dios, de eso se trata toda la vida de María.

Que el Dios de la historia nos ayude, en la Natividad de María, a ser también nosotros como ella: hombres y mujeres “cuna”, capaces de acoger al Dios de la Vida, al Dios que, en Jesucristo, viene a hacer nuevas todas las cosas.
Que así sea!


 

Radio Maria Argentina