Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: “Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.
“¿De dónde me conoces?”, le preguntó Natanael. Jesús le respondió: “Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.
Natanael le respondió: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
Jesús continuó: “Porque te dije: ‘Te vi debajo de la higuera’, crees . Verás cosas más grandes todavía”. Y agregó: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Palabra de Dios
P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay
En la Fiesta de los Santos Arcángeles, la liturgia nos regala este precioso encuentro entre Natanael y Jesús, de donde podemos sacar dos notas bien importantes para nuestra meditación de hoy y para toda nuestra vida de fe.
Lo primero, reparemos en un hecho esencial, lo que Jesús celebra en Natanael es que sea un hombre sin doblez, un hombre transparente, un hombre sin cosas ocultas, sin doble vida, un hombre coherente, un hombre de una pieza. En ese sentido, en los ángeles celebramos también lo mismo, los ángeles son justamente creaturas que, delante de Dios, no tienen doblez, podríamos decir –jugando con la metáfora- que delante de Dios son transparentes. Primera invitación, entonces, que nos hace la Lectura de hoy: ser como los ángeles delante de Dios, personas transparentes y ser como Natanael, delante de los hombres, personas sin doblez, personas de una pieza.
Lo segundo que podemos apuntar en el Evangelio de hoy, es la promesa que Jesús regala a Natanael: “verás cosas más grandes todavía”. ¡Sí! Para quien se anime al encuentro, como lo hizo Natanael, para quien se abra a la Gracia, para quien se deje habitar por la presencia de Dios podrá estar seguro que verá cosas más grandes, que verá cosas nuevas, que verá el cielo abierto. Y aquí también los Santos Arcángeles tienen algo que decirnos, ellos son seres para quienes el cielo permanece siempre abierto, siempre claro, siempre limpio. Como ellos, como Natanael, también nosotros somos llamados a esa grandeza, a esa claridad, a esa limpieza, a ese “cielo abierto”.
En medicina, más específicamente en cirugía, se habla de una “operación a cielo abierto” cuando el cirujano tiene que intervenir algún órgano vital (ejemplo, el corazón) y necesita acceso directo a dicho órgano, para lo cual, debe cortar la piel e incluso correr huesos y, literalmente, abrirse paso hasta llegar a dicho órgano. Hoy, el Señor quiere también intervenir nuestra vida, nuestro corazón. Quiere encontrarse con nosotros de una manera tan íntima y transparente, que necesita hacerlo a “cielo abierto”, como lo hace con sus Ángeles, como lo hizo con Natanael.
Te propongo que el día de hoy nos dejemos “intervenir el corazón” para que también de nosotros se pueda decir, como de Natanael: que somos hombres y mujeres sin doblez; para que también de nosotros se pueda decir, como de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, que somos seres con el “cielo abierto”, con acceso directo al Dios de la Vida.
Que así sea!