El silencio de Dios

lunes, 31 de enero de
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EL SILENCIO DE DIOS:

En esta ermita habia una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algun milagro.

Un dia el ermitaño Haakon quizo pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la cruz y dijo:

-Señor, quiero padecer por ti. Dejame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.

 Y se quedo cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:

-Siervo mio, accedoa tu deseop, pero ha de ser con una condicion.

-¿Cuál Señor?¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!, respondio el viejo ermitaño.

Escucha:-Suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar silencio siempre.

Haakon contestó:-¡Os lo prometo,Señor! Y se efectuó el cambio.

   Nadie advirtió fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras el trueque. Nadie reconocio al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.

  Pero un dia, llegó un rico, despues de haber orado, dejó alli olvidada su cartera. Haakon lo vió y calló. Tampoco dijo nada cuando, un pobre que vino dos horas despues, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cundo un muchacho se postró ante él poco despues para pedirle para pedirle  su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió  a entrar el rico en busca de la bolsa.

  Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado.

  El rico se volvió al joven y le dijo iracundo.:

-¡Dame la bolsa que me has robado!

El joven sorprendido replicó:¡no he robado ninguna bolsa!

-¡No mientas, devuélvemela enseguida!

-¡Le repito que no he tomado ninguna bolsa!, afirmo el muchacho. El rico arremetó, furiosos conta él. Sonó entonces una voz fuerte:

-¡Detente!

  El rico miró arriba, vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Éste quedó anonadado, y salió de la ermita el joven salió tambien porque tenia prisa por emprender su viaje.

  Cuando la Ermita quedó a solas, Cristo se dirigió a su ciervo y le dijo:

-Baja de la Cuz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencion.

-Señor, dijo Haakon. – ¿Cómo iba a permitir esa injusticia?

  Se cambiaron los oficios; Jesús ocupó la cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor siguió hablando:

-Tú no sabías que al rico el convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario tenía la necesidad de ese dinero e hizo bien el llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora hace unos acaba de zozobar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabías nada. Yo si sé. Por eso callo. Y el Señor nuevamente guardó silencio.

 

Muchas veces nos preguntamos ¿Por qué razon Dios no nos contesta? ¿ Por qué razón se queda callado? Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír… pero Dios no es así. Dios nos reponde aún con el silencio… Debemos  aprender a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a covencernos de que, Él sabe lo que esta haciendo.En su silencio nos dice con amor:

 

                                                   ¡Confiad en mí, sé bien lo que debo hacer!

 

 

 

Carolina Zamora