Evangelio según San Lucas 6,12-19

martes, 28 de octubre de
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Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.  Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,  Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.




 Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno


Nos dice la palabra de Dios en el santo evangelio que Jesús paso toda la noche en oración. Que enseñanza tan grande que el Señor siempre, antes de realizar algo importante, algo trascendental se pone en comunicación filial y reverente con el Padre. Esta es una gran enseñanza para todos nosotros, porque siempre debemos recordar que la oración nos ayuda a ser fuertes contra la inclinación al mal o las tentaciones. El Señor muchas veces nos está diciendo, sobre todo cuando estamos acelerados por muchas cosas, “¿Por qué duermen? ¡Levántense y recen para no caer en tentación!” Nosotros los cristianos debemos rezar siempre, pero hay momentos en la que la oración se tiene que intensificar, no la abandonemos. Si abandonamos la oración sería dejar abandonado a Jesús y quedar nosotros también expuestos, frágiles ante las tentaciones, sobre todo la oración diaria que nos mantiene en una actitud vigilante ante el mal que esta como acechándonos continuamente.

 

Que bueno que la oración nos de firmeza ante pruebas y dificultades. Cuando los cristianos descuidamos el trato con Dios nos encontramos fácilmente expuestos a nuestras miserias humanas y esto causa estragos en nuestro corazón, en nuestra alma. Por eso, no perdamos la alegría, sino, por el contrario recuperemosla y seamos fieles a los compromisos adquiridos en el bautismo gracias a la oración.

 

La oración nos ayuda a hacer mejor nuestro trabajo, a cumplir mejor nuestras obligaciones y deberes con nuestra familia, con la sociedad y también nos ayuda a tratar mejor a los demás. Por eso queridos oyentes queridos hermanos, no dejemos de rezar.

 

El papa Juan Pablo II decía: “La oración es un deber, pero también es una gran alegría porque es un diálogo con Dios por medio de Jesucristo” Cada domingo, la Santa Misa, y si es posible también alguna vez en la semana, cada día las oraciones de la mañana y de la noche y en los momentos más inoportunos.

 

Que seamos gente que se pone en las manos del Señor para llevar adelante lo cotidiano y también para poder asumir con entereza los grandes momentos en las duras circunstancias de nuestra vida.

 

 

Radio Maria Argentina