Evangelio según San Marcos 10,17-27

sábado, 5 de febrero de
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En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre." Él replicó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?" Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."

 

Palabra de Dios


 

Pbro. Maximiliano Turri

 

Con este Evangelio terminamos el mes, ya comenzamos el ritmo de todo el año, ya está el que pudo descansar disfrutó, y el que no retomará la fuerza del año.

 

La liturgia hoy nos ofrece un hermoso relato, el texto hace referencia a una pregunta que un joven le hizo a Jesús. La pregunta dice así: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

Y hacer esta pregunta es preguntarse en definitiva por el valor de la vida, por el valor que la vida tiene y qué hay después de la vida, y por dónde este joven encuentra la felicidad de su vida.

El joven siente que en su corazón hay un deseo de algo más, no termina de estar pleno, busca en Jesús porque algo siente en lo más profundo de sí mismo, lo llama a más; el deseo que él tiene en el corazón en definitiva no lo deja tranquilo, la vida que lleva no lo satisface, busca en Jesús lo que nada le dio.

 

Y es ahí donde Jesús le devuelve la apuesta y lo llama no solamente a dar cosas, sino a darse todo, que es mucho más que dar cosas. La invitación de Jesús es la plenitud de la vida, plenitud que se sirve de la pobreza de lo que uno es y no en la falsa riqueza de lo que uno se cree.

 

La felicidad que todo corazón busca está reflejada en la pregunta de este joven a Jesús, y en esa pregunta surge la respuesta de que es el mismo Jesucristo; porque la felicidad que todo corazón busca es la verdad de lo que somos frente a Dios, es saber que Él es nuestra herencia y nuestro futuro, y que Él es la plenitud de nuestra vida; felicidad que todos buscamos.

 

Que ante un mundo de hoy que nos provoca a todos falsas felicidades podamos hacernos esta pregunta que hoy la Palabra nos propone y descubrir que la respuesta única se llama Jesucristo, ayer, hoy y siempre.

 

Que Dios te bendiga.

 

Oleada Joven