Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”.
Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús.El les dijo: “Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios.
Palabra de Dios
P. Juan Martinez
Hola Amigos de Oleada Joven. En el evangelio que acabamos de escuchar tres sentencias o dichos de Jesús ilustran la parábola del administrador astuto (16, 1-8).
Jesús, en el primer dicho (Lc 16,9), exhorta a utilizar los propios bienes haciendo el bien a los demás (18, 22). De esta manera se consiguen “amigos” (como en la parábola del administrador astuto), pero no para que esos amigos retribuyan el favor que se les hizo, probablemente en tiempos de necesidad, sino para que Dios sea el hospedero y sea Él quien lo reciba en su casa y le otorgue la vida eterna.
El segundo dicho de Jesús (16, 10-12) enseña que nadie es dueño absoluto de las riquezas materiales. Los bienes de este mundo se tienen en “administración”, y a los que sean fieles en la administración de estos bienes en favor de los hijos de Dios, el Señor les otorgará los bienes verdaderos, los que corresponden a la vida eterna (12, 31-32).
En el tercer dicho (16,13), Jesús llama la atención sobre el peligro de considerar los bienes materiales como si fueran “un dios”. Solo al Dios de Jesucristo hay que amar por sobre todas las cosas, incluyendo los bienes (Dt 6, 4-5). El que ama al dinero más que a Dios, termina haciendo toda clase de males para acumular mayor riqueza. El poder de la codicia es arrollador.
Finalmente en 16, 15, Jesús se refiere a la hipocresía de los que aparentan ser personas justas, buscando contar siempre con la aprobación de los demás. La gente podrá aprobarlos y aplaudirlos, pero Dios no juzga por las apariencias (1 Sm 16,7) ni tampoco lo hace su Hijo Jesús (Lc 20,21).
Cuánta actualidad y conversión reclaman estas imágenes del Evangelio. Dejemos que el Señor nos anime a adentrarnos en un corazón sincero de cara a su Palabra.
Dios te bendiga y que tengas un buen sábado.