Evangelio según San Juan 4, 7-16

lunes, 31 de mayo de
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Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios,  y el que ama ha nacido de Dios  y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.  Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. 

Y este amor no consiste en  que nosotros hayamos amado a Dios, sino  en que él nos amó primero,  y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. 
 Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.  Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros,  Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. 
La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros,  es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.  El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, 
permanece en Dios,  y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. 
Dios es amor, y el que permanece en el amor  permanece en Dios, y Dios permanece en él. La plenitud del amor, la señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, 
 está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo 
 somos semejantes a él.
 
Palabra de Dios.
 

 
Reflexión: Monseñor Fernando Maletti | Obispo de la Diócesis de Bariloche
 
Queridos jóvenes en este mes de junio, los martes que tengo el gusto de compartir con ustedes estos minutos, quiero dedicarlo al Sagrado corazón de Jesús, ya que es el mes del sagrado corazón y la relación entre el corazón de Jesús y nuestro corazón.
El corazón de Jesús que nos amo primero como dice Juan, el dios hombre, el que participo plenamente de la  condición humana en todo, menos en el pecado, es el que nos enseña el amor. Porque el símbolo de  amor es el corazón, y en Cristo también.
¿Cómo nos tenemos que imaginar la fiesta del corazón de Jesús y al corazón de Jesús propiamente dicha? Como un desdoblamiento entre el Dios que nos amo hasta el extremo del jueves y el viernes santo y el Dios que se nos entrega como alimento, por ejemplo en la fiesta de Cuerpo Cristi que estamos celebrando  en estos días.
Todo el amor de Cristo al hombre manifestado en su sacrificio histórico de   la cruz, vuelve siempre  a aparecer bajo el signo de su corazón rasgado y destrozado por el mismo amor.
Queridos chicas y chicos sepamos amor con mayúscula, como Dios que nos amo primero. Sepamos amar con mayúscula  como Jesucristo  que es el supremo  amor del padre. Sepamos amar color sangre dando la vida y no tanto color rosa, solamente desde el sentimiento, el afecto, el impulso, o la pasión. 
Que Jesús en su sagrado corazón, signo del amor de Dios a todos nosotros, les de a cado uno de ustedes queridos Jóvenes el corazón semejante al de Jesús, que cada uno de ustedes se merece.

 

Oleada Joven