Amar es sonreír…

viernes, 14 de noviembre de
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Y sonreír es amar. La sonrisa es uno de los mejores medios para demostrar nuestro amor a los demás y una de las más bellas expresiones del amor. La sonrisa es como un rayo de sol, que enviamos a los demás ¡Cuánta alegría puede producir la sonrisa pura y sincera! La sonrisa es un don, que Dios te da para los demás, y no puedes guardártela para vos solo. La sonrisa es una bendición de Dios para los demás. No niegues nunca tu sonrisa. Si alguien te rechaza y no te quiere, sonríele; si alguien se ríe de ti maliciosamente, sonríe; si alguien te insulta, sonríe. La sonrisa lima asperezas, da confianza, acorta distancias. La sonrisa es la distancia más corta entre dos personas.

Sonríe con agradecimiento al cartero, al panadero, al sacerdote, al policía o a cualquiera que te haga un favor. ¡Se puede hacer tanto bien con una sonrisa! Recuerdo un día que paseaba por la ciudad y vi a un pobre hombre, desconocido, sentado al borde de la acera. Lo vi con una cara muy triste y, al pasar, le sonreí y le dije: “Que Dios te bendiga, hermano”. Aquel hombre pareció salir de su ensimismamiento y me respondió: “Gracias, Padre”. Me sentí contento. Durante todo el día pensé en él y recé por él. Estoy seguro de que Dios lo bendijo y le dio un poco de paz a través de mi sonrisa, de mi bendición y de mi oración. ¡ Se puede con tan poco hacer felices a los demás!

La sonrisa allana el camino, cuando tenemos que corregir sin humillar, y ayuda a perdonar. Por eso, debemos practicar constantemente la caridad de la sonrisa. Si Dios nos sonríe a través de las flores y de las estrellas, de los niños y de la naturaleza entera, ¿por qué nosotros no podemos también sonreírle y sonreír a los demás?

Si queremos que nos sonrían los otros, debemos nosotros sonreír sin esperar nada a cambio. La gente es como un espejo, si le sonreímos, nos sonríe; pero si le ponemos mala cara, nos pondrá mala cara. Y cuando nos cueste sonreír, porque estamos enfermos o muy preocupados, sigamos sonriendo, aunque sea con el corazón, porque la vida continúa y hay que seguir amando a los demás. El mundo necesita de tus sonrisas y de tu amor. ¿Por qué no comenzás hoy mismo? No importa, si algunos te critican o no te comprenden. El amor de Dios suplirá lo que vos no puedes hacer.


 

El Pbro. José Luis Martín Descalzo cuenta en uno de sus libros que, un día, hizo la experiencia de sonreír a todas las personas que veía por la calle, diciéndoles: “Buenos días” o “Buenas tardes”. Algunos le contestaban mecánicamente, sin interés. Otros muchos no decían nada y se extrañaban de que un desconocido se atreviera a sonreírles y saludarles. Y es que el mundo está falto de sonrisas y falto de amor. Comienza tú por poner cada día tu granito de arena en la construcción de un mundo más feliz, siembra de sonrisas las vidas de los que te rodean y ellos te responderán también con sus sonrisas y te harán también más feliz.

Un domingo, un amigo mío fue a un parque para ver jugar a los niños y distraerse. Había unos niños, jugando a la pelota. En un cierto momento, la pelota llegó a donde estaba mi amigo y él se la devolvió a uno de los niños con una sonrisa. Y el niño le dijo a su compañero, todo feliz: “Ese hombre me conoce “. Así interpretó él la sonrisa de mi amigo. La sonrisa lanza cables de amistad entre los hombres y hace más fácil la convivencia.

… La sonrisa transforma nuestro interior y nos da alegría. La sonrisa sincera es un regalo de Dios, que nos sonríe desde nuestro corazón.

Cada mañana, al despertar, El te sigue bendiciendo y sonriendo. ¿No podrías hacer vos lo mismo con los demás?

Fuente: “El Amor siempre triunfa”, Nihil Obstat, p. Ismael Ojeda, Vic. Provincial O.A.R., Arquidiócesis de Lima, Perú

 

Oleada Joven