¡Proclama mi alma la grandeza del Señor!

viernes, 21 de noviembre de
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María, ante el misterio del amor del Padre, que la convierte en Madre del Salvador solo puede alabar la grandeza del Señor.

 

El amor de Dios en su vida la desborda de felicidad, alegría y plenitud. Ella que es testigo y testimonio de la promesa de Dios cumplida al pueblo de Israel, de la fidelidad del Padre, le regala una oración llena de gozo,amor y acción de gracias: El Magnificat. Ésta bella oración de alabanza que te acercamos a continuación.

 

Pero antes queremos dejarte una invitación, pedile a Dios que te regale la gracia de hacer memoria agradecida de Su presencia amorosa en tu vida, de como siempre estuvo ahí llenando de amor cada momento, incluso y sobre todo los más dolorosos y, desde ese lugar, animate a regalarle vos también tu propio Magnificat.

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo, y su misericordia llega a

sus fieles de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo: dispersa a los

soberbios de corazón, derriba del trono a

los poderosos y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes y

a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose

de la misericordia -como lo había prometido

a nuestros padres- en favor de Abrahán

y su descendencia por siempre. Gloria al Padre.

 

(Lc 1, 46-55)

 

Oleada Joven