Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme; no duerme
ni reposa el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha; de día el sol
no te hará daño, ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma; el Señor guarda
tus entradas y salidas, ahora y por siempre.
Salmo 120