“El pobre no se cansa de esperar. El cansancio en la espera es pobreza de amor. Por eso Isabel en su espera, no se cansa. Y a pesar del paso de los años que le llenan de huellas su esperanza, tiene la certeza de que éstos, van en busca de los pasos de un hijo, al que no se cansa de ofrecer su maternidad. Tampoco se cansa de esperar la vida, a pesar de la pobreza de su esterilidad. Por eso la vida le saltará de alegría en su seno, confirmando que Dios ha llegado y viene en carne a visitar lo que su amor hizo fecundo. En la espera de Isabel, Dios nos dice: no se cansen de esperarme. Si me esperan sin cansancio, serán como ella un signo para el mundo de que mi amor siempre llega y no hay nada que le sea imposible. Solo que esto hay que hacerlo sin cansarse. Cansarse sería cambiar la riqueza que espera el Don, por la “aparente” riqueza de otras cosas que no necesitamos, y más nos empobrecen. Cansarse, sería protestar por la tardanza de una gracia que es gratuita y reclamar que se les debe. No se cansen, pues, que la vida madura lentamente. Y lentamente en ella, crece, se ahonda e impregna, hasta lo más profundo de sus vidas, la presencia del Dios que viene al mundo para Ser-con-nosotros. Si no se cansan, verán que no hay tardanzas, pues la gracia que esperan, no conoce otro día para llegar, que no sea el de hoy.” Javier Albisu
“El pobre no se cansa de esperar.
El cansancio en la espera es pobreza de amor.
Por eso Isabel en su espera, no se cansa.
Y a pesar del paso de los años que
le llenan de huellas su esperanza,
tiene la certeza de que éstos, van en
busca de los pasos de un hijo,
al que no se cansa de ofrecer su maternidad.
Tampoco se cansa de esperar la vida,
a pesar de la pobreza de su esterilidad.
Por eso la vida le saltará de alegría en su seno,
confirmando que Dios ha llegado
y viene en carne a visitar lo que su amor hizo fecundo.
En la espera de Isabel, Dios nos dice:
no se cansen de esperarme.
Si me esperan sin cansancio, serán como
ella un signo para el mundo
de que mi amor siempre llega y
no hay nada que le sea imposible.
Solo que esto hay que hacerlo sin cansarse.
Cansarse sería cambiar la riqueza que espera el Don,
por la “aparente” riqueza de otras cosas que
no necesitamos, y más nos empobrecen.
Cansarse, sería protestar por la tardanza de
una gracia que es gratuita y reclamar que se les debe.
No se cansen, pues, que la vida madura lentamente.
Y lentamente en ella, crece, se ahonda e
impregna, hasta lo más profundo de sus vidas,
la presencia del Dios que viene al mundo para Ser-con-nosotros.
Si no se cansan, verán que no hay tardanzas,
pues la gracia que esperan, no conoce otro día
para llegar, que no sea el de hoy.”
Javier Albisu