Evangelio según San Marcos 6, 45-52

lunes, 5 de enero de
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En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.

 

Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.


Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar,porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.


Palabra de Dios





P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay 


 

 

Preciosa, realmente preciosa y significativa la Buena Nueva que el Señor nos regala hoy. Por lo demás, encuentro especialmente providencial el que la Iglesia ponga este preciso Evangelio ahora que estamos comenzando el año 2015.

Notemos que la lectura de hoy resume bellamente lo que es la vida de un hombre:

-Necesidad de pan,
-Necesidad de vida espiritual,
-Viento en contra,
-Y miedos varios.

En estos cuatro signos que aparecen todos juntos hoy, quiere el Evangelio resumir todas y cada una de nuestras preocupaciones, las que tendremos durante este 2015 y las que seguro nos acompañarán a lo largo de nuestras vidas.

A todas estas necesidades (sean materiales o espirituales), a todos estos reveses y miedos (sean del tenor que sean), responde el Señor con su presencia: “Tranquilos, no teman, soy yo”… Calma, no pierdan la paz, yo estoy con ustedes.

Repito, es especialmente significativo que al encarar un nuevo año, el Señor se acerque a nosotros con estas tiernas palabras de Padre, de hermano, de compañero: yo estoy contigo, yo encaro contigo este año, yo estoy vivo y presente en medio de tu vida, yo navego en tu barca… ¿Necesitas pan? Yo seré tu alimento… ¿Necesitas descanso, oración, silencio? Yo te enseñaré el camino… ¿Tienes miedos a las tormentas, al viento en contra, a la soledad? No temas, yo estoy contigo todos los días hasta el fin del mundo… “Tranquilo, no temas, soy yo”.

Les invito a encarar el año y la vida, cimentados en este Dios que es presencia, que es compañía, que es guía, que es alimento, que es paz. Seguro este año, como todos los años, nos encontrará dando batallas varias y acometiendo desafíos de todo tipo… ya esto es en sí Buena Noticia ¡significa que estamos vivos! Pero todavía mejor, si sabemos ahora que no habrá nada de esto que nos encuentre sin el auxilio y la compañía de nuestro Dios.

En este sentido, comparto con ustedes las estrofas de una hermosa canción titulada “es el Señor”, en ella se deja ver, también a manera de resumen, que el Cristo del Evangelio, es Señor de nuestra vida, de nuestra historia, de nuestro día a día, y que contamos con su presencia siempre y en todo. Dice así:

El que anda sobre el agua, el que multiplica el pan,
el que calma con su voz mi tempestad,
quien pide llenar mis jarras para dar vino a beber,
el que rema en lo profundo de mi ser.
Es Palabra que alimenta, es la brisa que me alienta,
es la Vida, es el Camino, es la Verdad.

 

Es el Señor, ¿acaso no arde nuestro corazón?
Es el Señor, el que me llama, el que me ama, es el Señor.

El que no mira mis faltas, sino mi fidelidad,
el que hace roca mi debilidad,
Aquél que lo sabe todo, pero vuelve a preguntar,
el que hace fiesta al verme regresar.
Es el Fuego que me quema, es el gozo que me llena,
es la Fuerza que yo no puedo explicar.

Es el Señor, ¿acaso no arde nuestro corazón?
Es el Señor, el que me llama, el que me ama, es el Señor.

 

No olvidemos jamás, ni hoy, ni en todo el 2015, ni en ningún momento la presencia de Dios en nuestras vidas, presencia que en Cristo nos dice: “Tranquilo, no temas, soy yo”.


¡Que así sea!

 

Oleada Joven