Evangelio según San Marcos 2,1-12

lunes, 5 de enero de
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Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa.Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres.Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico.Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.


Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:”¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: “¿Qué están pensando?¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate, toma tu camilla y camina’?


Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados-dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.


El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto nada igual”.



Palabra de Dios




 

P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay

 

 

¡Qué bien nos viene el Evangelio de hoy para rezar durante estas vacaciones! Les invito, a la luz de la Palabra de Dios a dar gracias por lo vivido y proyectar con ánimo el año que estamos comenzando. Lo haremos meditando los tres elementos centrales de la lectura de hoy.


  1. Jesús perdona los pecados.

  2. Jesús sana las parálisis.

  3. Jesús nos envía a casa.


Lo primero, entonces, es que Jesús “perdona pecados” y tiene, por tanto, el poder de ayudarnos a dar vuelta las páginas más oscuras de nuestro pasado. Muchas veces nuestras mayores parálisis tienen relación directa con esto de no haber dado vuelta la página de nuestro pecado, con no habernos dejado misericordiar por Dios. Una imagen es más que elocuente en este sentido. En el capítulo 19 del Génesis, se cuenta cómo la mujer de Lot, invitada junto como su esposo y Abraham a salir de Sodomo y Gomorra (lugar de pecado), miró hacia atrás y se convirtió en una estatua. Notable la escena bíblica, porque acierta con una gran verdad: cuando nos pasamos mirando nuestro pecado, cuando una y otra vez volvemos la vista atrás, sin dejarnos misericordiar, acabamos convertidos en estatuas, esto es, acabamos paralizados, petrificados, sin poder avanzar. Cristo, en este tiempo de comienzo de año, con su perdón, con su misericordia, viene entonces a llamarnos a mirar hacia adelante, viene entonces a regalarnos un tiempo nuevo, viene entonces a librarnos de la parálisis que supone quedarnos mirando siempre hacia atrás, siempre hacia el pecado del pasado.


La segunda Buena Nueva del Evangelio de hoy, que va justamente en la línea de lo que venimos diciendo, es que Jesús no sólo perdona pecados sino que también sana parálisis. Les invito, entonces, a poner delante del Señor todas aquellas parálisis que llevamos arrastrando por años en nuestras vidas, todas aquellas cosas que nos hemos convencido que no podemos, todas aquellas situaciones en las que nos sentimos petrificados y estáticos.


Pidamos la Gracia de que este año nos encuentre sacudiéndonos de nuestras viejas ataduras, saliendo de nuestros esclavizadores “no puedo”. Como el Ángel le recordó a María en la Anunciación, para Dios “nada hay imposible”, pues bien, al despuntar este 2015, Cristo renueva esa apuesta y nos invita a salirnos de nuestras parálisis, a encarar incluso esas situaciones donde creemos que ya nada puede cambiar… Porque, repito: “para Dios nada hay imposible”.


Finalmente, el Evangelio de hoy nos desafía, nos lanza en Misión, nos recuerda que una vez perdonados y sanados, se trata entonces de “levantarnos y tomar nuestra camilla” para ir con ella a ser “camilleros de nuestros hermanos”. Cuando Jesús invita al paralítico de hoy a que se lleve con él su camilla, lo que está haciendo realmente es comenzar con este hombre lo que podríamos una “cadena de favores”. Cristo le recuerda al paralítico, con este gesto, que su curación fue posible porque otros se hicieron cargo de él, de su camilla y de su parálisis; pues bien, ahora su Misión será ir y hacer con otros paralíticos lo mismo. También nosotros somos llamados por Dios hoy a sumarnos a esta “cadena de favores”, también nosotros que hemos sido sanados tantas veces estamos invitados a sanar a nuestros hermanos. También nosotros tantas veces perdonados, estamos ahora llamados a ir por el mundo misericordiando a quienes nos rodean.


La camilla, entonces, recordará al paralítico que su Misión es ahora sanar y perdonar a otros; quiera Dios que tampoco nosotros olvidemos que hemos sido sanados y perdonados por Dios, por ese Dios que ahora nos invita a vivir en consecuencia, sanando y perdonando a nuestros hermanos.

¡Que así sea!

 

 

 

Oleada Joven