Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía seca la mano. Y lo observaban, para ver si lo curaría en día de sábado, a fin de poder acusarlo.
Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: “Ponte de pie en medio”. Después les dijo: “¿Es lícito, en día de sábado, hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?”. Pero ellos callaban. Mas Él mirándolos en derredor con ira, contristado por el endurecimiento de sus corazones, dijo al hombre: “Alarga la mano”. Y la alargó, y la mano quedó sana. Y salieron los fariseos en seguida y deliberaron con los herodianos sobre cómo hacerlo morir.
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Queridos hermanos y hermanas, en este hermoso capítulo 13 que leemos en el evangelio de hoy, se dedica el Señor a enseñarnos a través de lo que llamamos las parábolas del reino.
De estas parábolas, ( el “Tesoro escondido” y la de “la perla”) se desprende que el reino de Dios es una nueva situación, un nuevo estado de cosas que viene de Dios y se inicia con Jesús pero que reclama la respuesta nuestra. Los comienzos son siempre muy modestos y apenas peceptibles. Se inauguran estas parábolas con la del sembrador, la semilla que sale a sembrar y al fin se manifestará plenamente lo que es la fecundidad.
En la parabola del “Tesoro” se nos dice que “el reino de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo” y la parabola de la perla, que “el reino de Dios se parece a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas”.
En el caso del tesoro del campo, la encuentra, la vuelve a esconder y lleno de alegria, intenta vender todo lo que tiene para tener recursos y comprar ese campo que incluye el tesoro. La parábola de la perla, algo parecido, este negociante que se dedicaba a buscar perlas finas al encontrar una de gran valor fue a vender todo lo que tenía y la compra.
Queridos muchachos y chicas, debemos buscar el reino. “Busquen el reino de Dios y su Justicia y todo lo demás se les dará por añadidura” dice Jesús. ¡Qué hermoso cuando nos encontramos con la fe, con esa fe que es por un lado la base en la Trinidad de Dios, Padre, Hijo y Espiritu Santo… esa fe que tiene como modelos a la Virgen y los Santos, esa fe que se hace comunidad en la Iglesia, la comunidad, la familia y el Papa, y esa fe que se hace expresión y credibilidad en el amor solidario.
La Trinidad , la Virgen y los Santos, la comunidad, la Iglesia y el Papa, el amor solidario son como los ejes por donde nuestra fe se hace más sólida. Por lo tanto esa fe hace que no sea simplemente un “estar bien” cada uno como si fuera una aspirina individualista sino que la fe es apertura. Apertura a ese reino de Dios que es muy amplio y que todos los hombres y mujeres de buena voluntad pueden acceder a el.
Ese reino de Dios que cuando se encuentra ¡Se relativiza todo! porque encontré lo absoluto.
A veces los seres humanos absolutivizamos lo relativo y entonces endiosamos las cosas que no son Dios, como por ejemplo:una amistad, cosas materiales, sueños o muchas cosas que hacen al mundo de los sentidos.
Que hermoso encontrar el reino y entonces reubicar todas aquellas cosas que idealizamos, porque cuando las tenemos ya no nos alcanzan, nos quedan chicas y por lo tanto, lo único que está a medida del hombre hecho imagen y semejanza de Dios es ese reino de Dios. Este reino que es futuro pero que ya podemos ir como “adelantando” y “presajiando” aquí, y tambien ir testimoniando en este mundo, en nuestra vida en este valle de lagrimas, en esta realidad que tenemos, alegrias y tristezas.
Que el reino de Dios cabe hondo en el corazón de cada uno de ustedes y que encontrando el tesoro escondido o la perla preciosa podamos relativizar todo y abrazarnos a estas realidades que describe Jesús en las parábolas y que simbolizan precisamente la frescura, la hermosura, la inalterabilidad del reino de Dios.
Que el Señor los bendiga y los acompañe