“No me imagino vivir fuera de una comunidad.Gracias, Señor, por pensarnos hermanos unidos en Tu amor.
Porque soy frágil, mi fe es débil. Y reconozco que necesito de Vos, y de los demás para llegar a Vos.Y en este caminar hacia Vos suelen presentarse piedritas, que muchas veces no veo y me hacen tropezar, pero hay manos que se estrechan, amigos que acompañan y palabras que hacen que el corazón no se desanime y que encuentre el sentido.Sentido que solo lo das Vos. Ellos acompañan y ayudan a que vea en Vos al mejor guía para la vida.
Porque a veces no sé qué hacer, qué decir, cómo seguir… y Vos no dejás de sorprenderme haciéndote presente en distintas situaciones que me hacen saber y sentir que siempre serás mi incondicional Amigo, que siempre vas a estar ahí conmigo, y por más vueltas que dé, al final siempre un susurro me recuerda que sos el único que da paz y querés mi felicidad.
Comunidad, para mí, es compartir, es crecer juntos, es entregarse, es encuentro… sí, comunidad es eso, encuentro: es estar cerca Tuyo y del prójimo. Es darse fuerzas, y es salir al encuentro de los demás de Tu mano. Es querer anunciarte y que Tu Reino crezca cada día. Solos es difícil que continuemos firmes en la fe, pero cuando somos más que personas dispersas, cuando somos parte de una común-unidad, el camino es maravilloso, es más liviano, es aire que renueva y sale a contagiar la alegría del Evangelio, del Amor.
Una comunidad me acepta, me sostiene, me anima, me enseña, me acompaña.Ahí no hay prejuicios. Cada uno puede ser como es, y tampoco hay presiones para hablar. No hay indiferencia: «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).
En comunidad el corazón se calma, se abre y está atento: se siente cómodo en los brazos de con quien se encuentra y aprende a escuchar al hermano para enriquecerse y también para darle un empujoncito que a veces es necesario para seguir en pie.
Aumenta mi fe, Papá. Ayúdame a ver lo bueno de los demás y ayuda a los demás a ver lo bueno que hay en mí. Y ayudanos también a ver lo bueno que tenemos cada uno, para que sigamos dando pasos juntos, y para que unidos, con Tu luz, alumbremos más a los demás. Porque es en el dar y en el recibir, en el amar y en el dejarse amar, en ese estar compremetidos juntos, en el permanecer unidos, donde reconocemos Tu amor, Tu misericordia.”
Cecilia Fernández