Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:”¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.
Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”.El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!”.Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Palabra de Dios
P. Luis Zazano Sacerdote de la Diócesis de Tucumán
Nos encontramos con Jesús que enseña y tiene autoridad.
Enseña porque sabe, pero su enseñanza se basa de esa experiencia con Dios, de esa encarnación que complace escucharlo. Cuando una persona habla desde su experiencia con Dios sacia y enamora, pues esa persona esta convencida de Dios cuando goza de Dios en su corazón, vale tener presente la figura de los santos, en especial san Antonio de Padua que antes de preparar la homilías se ponía a orar un largo rato.
Por otra parte, la autoridad de Jesús se funda en ese contacto y cercanía con la comunidad, no ponía una barra sino que daba el ejemplo de estar en medio de la multitud. Cuando la comunidad te ve en medio y no por encima comprende tu autoridad, pues es testigo que tu autoridad pasa no por acomodo o escalada sino por entrega y servicio. Eso se palpa mucho y se huele cuando uno tiene autoridad por su trabajo y ejemplo y aquellos que lo consiguen solo por hacerse sonar con trompetas.
Pidamos luces para que en este domingo como cristianos seamos educadores de la fe y con autoridad ejemplar. Buen domingo.